—Nessie, ¿no escuchaste a Alice? —preguntó mi tío Jasper, sacándome de mis pensamientos.
—¿Eh? —fue lo único que pude decir.
—Cariño, tus padres han terminado de hablar con Adam y desean verte —respondió, alegre, mi tía Alice.
—Si…hum… sólo tengo que ir al baño… ya vuelvo —mentí.
Salí de la cocina y me dirigí al cuarto de baño que se encontraba debajo de las escaleras, me encerré en el y me miré en el espejo.
—Esto es una locura —dije.
Comencé a recordar aquella voz y todas las cosas que había mencionado. Yo no le veía ninguna lógica, pues mi familia nunca me había mentido en nada… Bueno, sólo en casos sin importancia, como regalos sorpresa y ese tipo de situaciones, pero nada más. Después, vino a mi cabeza la cuestión de Jacob. ¿Qué tenía que ver él en todo esto? ¿Por qué destruiría mi hogar? ¿Y cómo lo haría? Aunque, pensándolo bien…tal vez en eso tenía razón, pues algo había dicho mi tío Jasper hacía algunos momentos. ¿Se refería a eso? Pero daba igual, ¡seguía sin entender! Y para colmo estaba lo del potencial, ¿qué rayos sig…?
—¡Oh, por Dios! —dije sorprendida.
De pronto, vinieron a mi mente imágenes de hace dos años en las que se dibujaba el horrorizado rostro de mi tío Emmett y los cuerpos de los siete osos desmembrados bañados en un líquido rojo de sabor exquisito. Las imágenes que tanto quería olvidar y que producían un dolor quemante en mi garganta volvían a cobrar vida. De pie se encontraba una joven con los ojos inyectados de maldad, sed de muerte y manos de destrucción, empapada de pies a cabeza de un líquido vital color rojo carmesí: Sangre. Si, esa era yo, la Renesmee de hace dos años que había perdido por completo el control.
—No, no fue mi culpa, tenía miedo y ellos eran una amenaza…Además, si no lo hacía, moriría. No fue mi culpa —susurré mientras me cubría el rostro con las manos.
Me acerqué al lavabo y abrí el grifo, salió un chorro de agua fría, acuné mis manos y, enseguida, se formó un cúmulo de agua cristalina que vertí sobre mi rostro. Repetí la maniobra tres veces; después, tomé la toalla que se encontraba perfectamente colgada en la parte superior derecha del cuarto y sequé el exceso de agua.
Con el rostro más fresco y un poco más calmada, salí del baño rumbo a la sala. Ahí ya me esperaba el clan completo y, por supuesto, Adam, que irradiaba una hermosa luz en aquellos ojos color mar.
—Disculpen el retraso.
—Descuida, amor – sonrió mama.
Lo más extraño de todo era la reacción de mi madre hacia mi relación con Adam. Lo había tomado muy tranquilamente y, la verdad, me inquietaba un poco esa “aceptación”.
—¿Y bien? —pregunté—. ¿Lo asustaron lo suficiente como para que ya no regrese?
—Jajaja, eso quisieras —rió Adam.
Le devolví la sonrisa; era imposible no hacerlo.
—Hija, debes…
—¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! —interrumpió tío Emmett—. Bueno, antes de que empiecen con sentimentalismos… quisiera ofrecerles una disculpa a ambos, y principalmente a ti, Adam, por cómo me comporté contigo, pero ¡hombre! Debes entenderme, no sé qué demonios pasa en la cabeza del padre; con todo, sé conciente de que Nessie es amada por todos nosotros y te apuesto a que Jasper te hubiera matado de no ser por su “don”, ¡Dios! Deberían haberle visto la cara... Parecía qu…
—Emmett, basta —cortó mamá.
—Oh, sí, claro. El punto es que lo lamento —mi tío le tendió una mano en símbolo de paz.
—No hay problema, entiendo perfectamente —Adam le tomó la mano y le dio un apretón.
—Lo lamento, nena —se disculpó.
—Descuida, tío… ya sé que eres un oso protector —le sonreí.
—Bueno, Adam, ahora que las cosas están claras…
—¿Qué cosas? —pregunté—. ¿Qué le dijeron?
—Yo no quería, nena, pero tu madre insistió en contarle sobre tus “hábitos alimenticios” y, bueno, yo por mi parte puse algunas reglas de debe seguir si es que quiere continuar con su relación —papá se encogió de hombros.
—Vaya, ¿por qué no lo adiviné antes? —puse los ojos en blanco.
—No es tan difícil, cielo; son las típicas reglas paternas, ya sabes... no salir hasta muy tarde, nada de, hum… tú sabes, corazón… besos y esa clase de cosas… —negó con la cabeza —. Eso sí, tenemos toque de queda… no pude hacer mucho respecto a eso…pero, por lo demás, está todo perfecto.
—Exacto, y dejará de verte el día que decida y quiera, por supuesto, ir de cacería. Es relativamente sencillo —explicó mamá.
—En eso estoy de acuerdo con Bella, pues sueles tardar el día entero cuando tú y el pulgoso van de caza.
El pulgoso, ¿eh?… Jacob tenía tantos sobrenombres puestos por Rose que ya me los había aprendido todos de memoria, pero eso no fue lo que atrajo mi atención, pues sentí un enorme hueco en el estómago, en mi corazón y en mi mente cuando me acordé de él. ¿Qué pasaría con nosotros? ¿Nuestra amistad seguiría siendo la misma? ¿Había hecho bien en darme por vencida en tratar de enamorarlo? ¿Me habría equivocado en escoger a Adam y dejar a Jacob de lado?
—¿Seguirás yendo de caza con Jacob? —preguntó Alice alzando una ceja.
—Pues… —pensé un momento y después miré a Adam— no creo que sea lo más prudente…
—No te preocupes por mí, cielo —Adam tomó mi mano—. Si te alimentas lo suficientemente bien yendo con él, yo no tengo ningún problema respecto a eso. Lo importante es tu salud.
Observé cómo mi abuelo le dedicaba una mirada rápida a mi padre y este asentía, y sabia por qué. Adam era magnífico, hermoso, era todo lo que yo podía imaginar… ¿Cómo era posible que me sintiera tan mal y al mismo tiempo tan bien? Dolor y felicidad, Jacob y Adam.
—No, en serio, Adam; puedo ir con mis padres o con mi tía Rose y mi tío Emm como en los viejos tiempos, ¿cierto? —pregunté.
—Siempre, amor —sonrió dulcemente mi papá.
—Por supuesto, ¡genial! Seguiremos cazando juntos, nena…lo haremos bien, te lo aseguro —se alegró pero, de pronto, sonó muy serio respecto al tema, y yo sabía, como todos los demás, por qué.
—Como desees, Renne —mi novio me envolvió con sus brazos para quedar juntos.
—¡Hey! ¡Manos en alto, jovencitos! —amenazó papá.
—Lo lamento, Edward —se disculpó Adam.
—¡Ay, papá! ¡No seas exagerado! —me quejé.
—¡Cariño, dame un respiro! Esto es muy difícil y lo estoy manejando lo mejor que puedo —papa puso tal cara de sufrimiento que fue inevitable que corriera a sus brazos.
Había que ver que papá ere muuy apuesto, demasiado hermoso.
—De acuerdo, de acuerdo —lo abracé.
—Adam, ¿te puedo preguntar algo? —dijo pensativo Emmett.
—Claro, lo que quieras.
—¡Emmett, no te atrevas! —amenazó Rose.
Mi tío comenzó a reírse.
—¿Como cuántas camas eres capaz de destrozar? —dijo entre risas.
—¿Cuántas? —se preguntó sorprendido.
—¡Idiota! ¡Es mi niña! —gruñó mi madre, que se preparaba para brincarle encima.
Esta vez, papá fue más rápido que ella y se abalanzó sobre su hermano. Comenzaron a pelear como solían hacerlo cuando algo no les gustaba o se trataba de una broma muy pesada. No entendí a qué se refería mi tío y mi novio tampoco pero, al parecer, los demás sí. Rose bufaba, Jasper y Alice apretaban las mandíbulas indignados, mi abuelo negó con la cabeza, mi abuela se llevo la palma de la mano a la mejilla y susurró “qué vergüenza”, mientras que mi mamá mostraba los colmillos.
—Siempre es lo mismo con Emmett —negó Alice con la cabeza.
—¿Qué es eso de destrozar camas? —quiso saber Adam.
—Sí, ¿qué es eso? —lo apoyé.
—Ah muy sencillo, se trata de…ahh, Edward, eso dolió… au, au… ¡Bella! …¡Rayos! ¡Los jóvenes quieren saber!... auch, auch, de acuerdo, de acuerdo, no diré nada —mamá y papá torturaban a mi tío—. Como si ustedes no…
—Emmett, por favor —interrumpió mi abuela.
Estábamos pasando un rato verdaderamente agradable, aunque no paraba de preguntarme por qué habían aceptado tan bien mi relación con Adam, en especial mi mamá. En cuanto a papá, tenía bien claro el porqué, pues él podía saber a la perfección cuáles eran los verdaderos sentimientos e intenciones de Adam, así que algo debió haber visto y estado de acuerdo con ello; pero ¿mamá?... bueno, tal vez papá había tenido algo que ver… Sí, eso debía ser…Aun así, resultaba extraño.
Ring… Ring… Ring…
Sonó el teléfono y mi abuelo respondió. Mientras tanto, yo me encontraba enfrascada en las adulaciones que mi tía Alice profería a mi novio respecto a su buen gusto por la moda, y es que hay que reconocer que Adam viste muy bien.
—Completamente de acuerdo con Alice —concedió Rose.
—Creo que esto superó mis expectativas. Quiero decir… después de alguien que viste solo pantaloncillos rotos… y eso de vez en cuando, porque cuando entra en eso de “fase”, él rom…
—¡Emmett! Arg, tú no entiendes —bufó Alice.
—Bueno, hay algunas razones por las que hoy visto de esta manera. Tuve una reunión de negocios y, dadas las cosas, no tuve tiempo de cambiarme de ropa —explicó.
Era verdad. Adam lucía un impresionante y costoso traje negro que se le veía muy, pero muy bien.
Mi abuelo interrumpió nuestra divertida y a la vez absurda y vanidosa conversación para informarnos que al teléfono se encontraba mi abuelito Charlie y quería saludarnos a mi madre y a mí. Mi papá sugirió que habláramos por medio del altavoz para que conversáramos ambas con él, y así lo hicimos. A pesar de que mi abuela Esme quería que todos salieran de la sala para que nosotras tuviéramos más privacidad, mama se negó y pidió que todos se quedaran.
“Me da gusto saber que están bien. Y tú, jovencita, ¿por qué no has venido a verme, eh? Sue te extraña mucho”.
—Lo lamento mucho, abuelito, pero la ultima vez que fui a verte no había nadie en casa y, bueno, ahora…
—Ya no la dejarán ir sola, jajaja —se burló Emmett.
Mama gruñó.
“¿Es Emmett el que se escucha?”
—Sí, papá, colocamos el altavoz —contestó mama.
“Oh, vaya, pues saludos a todos. ¿Y por qué ya no te dejarán salir, pequeña? ¿Qué hiciste?”
—No es nada, papá. Ya conoces a Emmett, siemp…
—¡Vaya, Charlie! Que te dará un ataque cuando te enteres de… aah…no, déjame hablar, Bella —peleó mi tío por tener participación en la conversación—. Como te decía, Charlie, las camas... Ahh, Bella, eso dolió. ¡Rayos!...
“¿Qué es lo que pasa por allá? No le mientan a la justicia”.
—¿Justicia? —preguntó Adam.
—Charlie es el jefe de la policía —contestó mi abuelo Carlisle a su pregunta.
—¡El jefe Swan es tu abuelo! —se sorprendió.
“Humm, ¿quién está ahí además de los Cullen?... No me respondan, seguro son cosas extrañas y no me quiero enterar”.
“Diles que les mando mis saludos”. Era la voz del viejo Bill, debían de estar juntos como siempre.
—Nosotros también, Bill —dijo mamá.
De pronto, escuchamos que alguien entraba en la casa y mi abuelo se disculpó con nosotros, pues iba a saludar a los recién llegados. Al parecer, se encontraban hablando desde la casa de los Black. Me llevé una sorpresa al escuchar decir:
“Deberían haberlo visto, es genial, es una cazadora innata. Uno, dos y ¡zas!, estaba encima de su presa. Estoy orgulloso de ella, además nunca había visto tanta clase al momento de alimentarse, Leah es una bestia pero Denisse, wow, la chica tiene clase”.
Era la voz de Jacob que se escuchaba emocionada.
“No le creas, Charlie. Jacob es un exagerado; esta ha sido la primera vez que cazo en fase y me alegra que él me haya acompañado. Los dos, a solas. Gracias”.
Era ella.
“Vamos, Denisse, no tienes que agradecer nada. Fue divertido, hagámoslo mas seguido”.
“Bien hecho, jovencita, pero ahora me cuentan sin detalle, sin detalle que estoy al teléfono con mi hija”, explicó el abuelo.
“De acuerdo, jefe, dale saludos a Bella de mi parte. Vamos, Denisse, quiero mostrarte algo”, ordenó la voz de Jacob.
No sé en qué momento de la conversación me perdí, sólo pude entender que Jacob y esa habían ido de cacería juntos y, al parecer, se habían divertido mucho, y ahora ella era su compañera de alimento. Pero, ¿qué era ese tono tan familiar? ¿Por qué le hablaba de ese modo a Mi Abuelo? Y el colmo era que él le respondiera con la misma familiaridad, como si se conocieran por años, ¡como si ella fuera su nieta!
“Traidor”.
—¿Nessie? ¿Qué tienes? —se apresuró Jasper a preguntar, pues descubrió mi cambio de humor.
—¿Eh? Nada, pensaba en Iris. Debe sentirse sola, Adam —ignoré por completo a mi tío.
—Tienes razón. Lo mejor será irme.
—No traes auto, ¿cierto? Te llevo a tu casa… Vamos.
Papá, con mi tío Emmett, se ofreció a llevar a mi novio a su casa.
—Gracias por todo, y fue un verdadero placer conocerlos. Hasta luego —se despidió de toda la familia—. Nos vemos, Renee, te marco a tu celular mañana, amor.
—De acuerdo. Cuídate y dale un beso a la pequeña Iris.
Adam besó mi frente entre los gruñidos y bufidos procedentes de los pechos de mamá, papá, Emmett y Jasper, mientras mis tías y abuelos soltaban risitas cantarinas.
Se perdió el auto de vista, me despedí de mi familia y me dirigí junto con mi mamá a nuestra casa. Una vez allí, me encerré en mi cuarto, pues sabía que mi madre esperaría a mi papá.
Alejada del poder de Jasper, desahogué mi ira rompiendo y desgarrando muy lentamente unos almohadones y cojines que tenía a mi alcance, con el menor ruido posible para que mi madre no escuchara e irrumpiera a gritos en mi habitación.
Me dolía la cabeza, sentía que iba a explotar, mi garganta ardía al igual que mis ojos.
Me recosté y traté de que la ira se fuera, pero empeoró. Mi último recurso fue cerrar los ojos lo más fuerte que pude y, al parecer, resultó, pues me fui quedando dormida. Poco a poco, iba perdiendo contra el sueño que me invadió.
Antes de dormirme profundamente, pronuncié muy claro con la última reserva de odio que me quedaba:
—Conque te divierte estar con ella, ¿no es así? No pongas a prueba mi capacidad de autocontrol, Jacob Black, o lo próximo que harás será enterrar el patético cadáver de tu loba consentida.
Después de aquello, pude dormir tranquilamente.