viernes, 31 de julio de 2009

28.- EL SUEÑO.

—¿Cielo?...

Aún no.

—¿Cielo? Despierta.

—Hum…

—Buenos días, hija.

—¿Papá? ¿Qué hora es? —pregunté adormilada.

—Son las 10: 45 a.m., bella durmiente.

—Caray, es tardísimo —me incorporé y me di cuenta de que aún vestía las ropas del día anterior y estaba cobijada por una gruesa frazada.

—Debiste haber estado muy cansada anoche. Dormiste con la ropa puesta y, cuando tu madre te arropó con esta frazada —tomó la punta del calientito cobertor—, ni siquiera lo sentiste. Decidimos no interrumpir tu sueño y te dejamos descansar tal y como estabas.

—Ah… ¿sí?, bueno; no me di cuenta cuando me quedé dormida…

—No te preocupes, nena. ¿Bajas a desayunar?

Hice una mueca con mis labios.

—Ya qué —me encogí de hombros.

Papá sonrió y besó mi frente. Se levantó de mi cama y salió de la habitación.

Saqué mis pies del grueso cobertor. Luego, tomé ciertas cosas y me dirigí a tomar un baño.

El vapor del agua caliente había dejado una fina capa de vaho en el espejo. Me quedé contemplándolo un rato y, sin razón alguna y con ayuda de mi dedo, comencé a dibujar corazones y estrellas. Solté una risita juguetona. Al cabo de unos minutos, ya no había espacio para seguir dibujando. El vapor que atacaba ahora dejaba sólo restos de humedad, deshaciendo mi obra de arte. De mala gana, borré con ayuda de una secadora de cabello todo lo que había en el espejo. El aire frío eliminó cada arco de mis corazones y cada punta de mis estrellas… sin mencionar el Te amo, Jacob que dibujé en el centro de todo mi “pizarrón”. Mientras desaparecía los pocos restos de vaho y la mayor cantidad de la humedad que quedaba, en mi mente algo comenzó a surgir. Era extraño. Una cosa se borraba y otra aparecía. No tenía muy claro qué era. ¿Debía acordarme de algo? ¿Qué día era ése? Bueno, tenía claro que era 23 de… ¿Cumpleaños de alguien? Por supuesto que no. Tía Alice estaría insoportable si fuera eso. ¿Qué era? ¿Por qué no podía recordarlo? O acaso era que… ¿No debería recordar…?

—Hermosa como siempre. Eres idéntica a tu madre —dijo papá, muy animado.
—Basta. No me molesta porque eres tú quien lo dice —sonreí al bajar las escaleras, después de haber terminado de arreglarme—. Ay, papá, me parezco sobre todo a mi madre, ¿no?

—Lo sé, hija. Por cierto, hablando de tu madre, no estará en la casa por unos minutos. Fue a ver a Rosalie para no sé qué cosa… pero ya me enteraré —papá me miró con esos ojos pícaros y sabía a dónde quería llegar.

Puse los ojos en blanco.

—Ya no funciona así, papá; ahora Jacob y yo tenemos una relación diferente —sentí una corriente eléctrica que nacía en mi corazón y que, extrañamente, avanzaba hasta mi cabeza.

—Lo sé —sonrió.

Me dedicó la sonrisa más linda del mundo y, bueno, fue imposible resistirse. Le di su recompensa.

—Está bien, está bien. Tú, ¿de acuerdo? Después de Jacob, que quede claro, sigues tú y mamá. Ah, esto es injusto, Edward Cullen. No puedo decidir a cuál de los dos…oh, corrección, a cuál de los tres amo más —puse cara de contradicción.

—Comprendo perfectamente, Nessie, y te lo agradezco —dijo tiernamente—. Sabes que siempre te amaré.

—Claro, papá; lo sé muy bien. Yo también voy a amarlos siempre —lo abracé y entrelacé mis dedos en su sedoso cabello.

—Te amo, hija. Nunca lo olvides —papá besó mi frente.

—Yo también, papá… pero, cuando intentas alimentarme de esto… —di un cabezazo en dirección a la comida que había preparado mi padre—. No te ofendas, no es que me desagrade tu comida, pero le falta algo.

—¿Algo? —preguntó confundido—. Sigo la receta al pie de la letra. ¿Qué le falta?

—El amor de mamá —me eché a reír y mi papá me dedicó una sonrisa y negó con la cabeza.

Mamá no llegaba y, al parecer, Jacob se había retrasado por una disputa, otra vez, entre mi amiga Leah (quien me defendía a muerte y se puso a brincar de felicidad cuando le conté todo sobre mi noviazgo y la aceptación de mi impronta con Jacob), y la tipeja ésa de Dennise, que estaba más irritable que nunca.

Había limpiado el comedor. Papá estaba mirando unas nuevas partituras que había adquirido hace poco. Subí de nuevo a mi habitación y encontré lo que buscaba: mi celular.

Estaba a punto de llamar a Adam cuando recordé que un poderoso vampiro se encontraba escaleras abajo. Era obvio que, con ese oído, escucharía mi conversación con mi amigo. Dudé un instante y opté por la mejor opción: mensajes de texto.

Me paseé un poco por mi habitación mirando hacia ambos lados y deseché la idea de los mensajes con Adam, pues no era justo hacer eso. Además, quería escuchar su voz y contarle algunas cosas que me preocupaban.

Había algo en mi cabeza que bloqueaba ciertos pensamientos. Quería recordar una cosa pero no sabía qué era y eso me estaba torturando la cabeza. Ya le había dado varias vueltas al asunto sin llegar a ningún lugar. Me tenía harta todo eso. ¿Qué se suponía que no debía recordar? No sabía qué había pasado la noche anterior; sólo recordaba que me había quedado dormida y ya. Nada más, pero algo quería salir a la luz.

Me encontraba tan distante de la realidad que no me di cuenta de que mi padre me estaba llamando.

—Perdón, ¿qué decías, papá?

—Ah, esa mente tuya, hija —papá suspiró y negó con la cabeza—. El pe… Jacob está abajo y desea verte, pero si no quieres lo puedo correr —sonrió.

¡Dios! Jacob estaba allí, ¡y yo no me había dado cuenta!

Salí de mi habitación lo más rápido que pude, pues quería verle lo antes posible. Me quedé pasmada en el último escalón, contemplando lo perfecto que era mi novio.

—Jake —dije radiante de felicidad.

—Amor —me miró y me dedicó su hermosa sonrisa—, lamento la demora; ya sabes cómo se ponen esas dos —hizo una mueca.

—Lo sé —le sonreí.

Me dirigí hacia él y me arrojé a su cálido cuerpo.

—Ya te extrañaba —dijo.

—No más que yo —dije acariciándole el cabello.

—¿Quieres apostar?

Presionó tiernamente sus dulces labios contra los míos en un rápido beso, pues detrás de nosotros se encontraba papá con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Vamos, Ed. No pongas esa cara —pidió Jacob—. Sabes que amo a tu hija.

—Lo sé, Jacob —papá contestó algo cansado—. Lo sé muy bien. Es que, bueno… no creí que este momento llegaría tan… pronto.

—Papá —traté de consolar a mi padre.

—Dame un momento, cariño —papá suspiró y bajó ambos brazos hacia sus costados—. Todos en la familia están muy felices con su relación, no es para menos; y debo decir que se lo merecen. Bella apoya plenamente su decisión, se encuentra feliz pero quiero ser honesto con ustedes dos. Estoy un poco dolido, no me malinterpreten. Lo que quiero decir es que mi pequeña hija ha dejado de ser eso, una niña, y se ha transformado en una hermosa mujer que se merece lo mejor del mundo; pero no por eso dejará de ser mi pequeña princesa. Ahora, lo que deseo expresar es que nadie mejor que tú, Jacob, para cuidar y amar a mi hija. Sé por lo que has pasado y creo que llegó tu momento de ser feliz, y me da gusto que lo compartas con mi nena. Les deseo toda la felicidad del mundo. Cuida bien a mi tesoro, hijo mío.

No lo podía creer. Estaba en estado de shock ¿Papá estaba aceptando nuestra relación? ¿Nos estaba dando su bendición? ¡Dios mío!

—¡Viejo! —gritó Jacob—. Gracias, Edward, no sabes lo que significa para mí.

—Sí, lo sé, Jacob —sonrió papá.

—Papá, ¿traerías un poco de ese pastel que hiciste para que Jake lo pruebe? —pregunté dudosa.

No abuses de tu suerte, Renesmee, me dije a mí misma.

—Claro, hija, ¿por qué no? —sorprendentemente, papá lo hizo de buena gana.

Nos dirigimos a la sala para que Jake comiera su rebanada de pastel.

— Lo escuchaste. Tenemos permiso de hacer lo que se nos pegue en gana —susurró, mordiendo el lóbulo de mi oreja.

—¡Jacob Black! —le di un codazo, muerta de la vergüenza.

—Iré con tu madre, Nessie —dijo papá en el momento en el que encendía la chimenea—. Aún falta para el invierno, pero, bueno, esto es Forks, no quiero que te congeles, cariño.

—Descuida, Ed. Mientras esté yo no necesitará del calor de una chimenea —dijo mientras se metía una cucharada de pastel a la boca.

Papá puso los ojos en blanco y salió de la casa.

Jacob y yo estábamos acostados en el sofá, con el calor de la chimenea y el chirriar de la madera quemándose.

—Debo confesarlo. Tu padre cocina bien.

—Sí, papá lo hace bien, aunque prefiero a mamá.

—¿Y si yo te hiciera un pastel?

—Me lo comería.

—¿Aunque se me quemara? —preguntó pensativo.

—Si lo haces tú para mí, no importa que esté quemado, o que sepa raro, o que confundas el azúcar con la sal, o que, en vez de ponerle fresas, le metas kilos de carne, o que…

—¡Nessie! —tomó mi rostro y me silenció de un beso.

—Te amo, Jacob —dije, bombardeándolo de besos.

—Yo te amo más, Nessie.

Acabó por completo con su pastel, y las risas y besos terminaron dejándonos en completo silencio.

Jake me abrazó con fuerza. No sé cuantos minutos pasaron, pero se quedó completamente dormido, aprisionándome en sus brazos.

El cálido cuerpo de Jake, sus sonoros ronquidos y el danzar de las llamas de la chimenea fueron nublándome la vista, hasta que una pantalla negra cubrió todo.

El ruido de algo hizo que abriera los ojos.

Me sorprendí al ver mi casa sumida en una oscuridad horripilante. Me levanté del sofá y miré a ambos lados. La casa estaba normal, algo descuidada, pero… según yo, normal.

Me pregunté por qué se encontraba en tan mal estado. Acudí al interruptor de luz para encenderla, pero nada ocurrió: siguió todo en penumbras. Di media vuelta para mirar bien. ¿Dónde estaban mis padres? ¿Jacob se había ido? ¿Por qué me había dejado?

Salí de la casa para ir donde mis abuelos. No es que le temiera a la oscuridad o a estar sola en la casa, pero presentía algo extraño.

Corrí para llegar lo más pronto posible a la casa principal; y mi sorpresa fue que también se encontraba en penumbras, como jamás la había visto. Entré en la sala. Todo era muy raro, pues la casa entera se encontraba cubierta por una gruesa capa de polvo, lo cual daba a entender que hacía demasiado tiempo que nadie entraba en ella. El respirar me era difícil, pues percibía un olor a humedad y a polvo. Era el típico olor de un lugar antiguo. Comencé a tocar varias cosas familiares, ¿cómo no serlo, si esa casa le había pertenecido a mi familia? ¿Por qué hablaba en tiempo pasado? Se suponía que, cuando la gente se cambiaba de hogar y dejaba su antigua casa amueblada, mínimo les colocaban una manta o sábanas a los muebles para que no se maltrataran a causa del polvo; pero no había ni rastro de ninguna especie de paño o tela que los cubriera. La casa estaba como siempre, bien arreglada, pero desierta. ¿Dónde estaban todos? ¿Cuándo habían dejado la casa? ¿Por qué me habían dejado a mí? ¿Qué había pasado?

Algo se cayó e hizo un ruido fuerte que dejó un eco. Me sobresalté, y de pronto escuché unos sollozos provenientes de la parte superior de la casa. Ese llanto comenzó a inundar el silencio sepulcral de la casa.

Subí las escaleras y caminé por el pasillo. Me detuve enfrente de la habitación de mi padre, pues de ese lugar provenía aquel llanto que se incrementaba cada vez más.
Abrí la puerta y entré. Busqué por todos lados al autor de aquellos sollozos y, después de forzar mi vista a la penumbra, encontré lo que buscaba.

Se localizaba en una de las cuatro esquinas de la habitación, la más alejada y oscura. Me daba la espalda y no dejaba de llorar. Era una espalda pequeña… era una niña, sola y muerta de miedo.

¿Qué es lo que hacía ella en mi casa?

Me aproximé hacia donde se encontraba. Desconcertada, buscaba alguna respuesta para justificar su llanto y estancia aquí. ¿Se habría perdido? ¿Sus padres la estarían buscando en esos momentos? O tal vez ellos no sabían o no se habían dado cuenta que ella había desaparecido. Pero, ¿cómo había llegado esa niña aquí?

Todas mis teorías me resultaban absurdas y carentes de factores que avalaran alguna posibilidad de sustento. Estaba decidida a tocarle el hombro, pero mi instinto vampírico me decía que, por mi propio bien, tomara cierta distancia.

—¿Te encuentras bien? ¿Cómo te llamas? ¿Por qué lloras? ¿Dónde están tus padres? ¿Cómo llegaste aquí? —lo sé: era ridículo que un niño respondiera a las preguntas, pero no pude evitar hacerlas.

La niña dejó de llorar al escucharme y, muy lentamente, se giró para mirarme.

Estaba demasiado oscuro para distinguirle el rostro. Aun así, nuestro ojos se encontraron entre aquella lobreguez. Eran los vivos ojos de una niña no mayor a seis años de edad. Poseía unas enormes y rizadas pestañas que hacían conjunto con sus delicadas cejas. Lo más sorprendente de todo eran esos hermosos y expresivos ojos color chocolate con los que me veía. Eran mis ojos, los ojos de mi madre, y ese rostro… esa niña era…

—Nos abandonaron —dijo con su voz de soprano increíblemente familiar.

No había duda alguna.

Retrocedí dos pasos, muerta del miedo. Me encontraba temblando.

—¿De qué hablas… Renesmee? —pregunté, con el terror grabado en mi voz.

Contemplé a la pequeña y hermosa niña, quien me miraba con ojos llenos de las lágrimas que se limpiaba con una de sus diminutas manos, mientras que con la otra se aferraba a los holanes de su lindo vestido.

—Toda la familia se fue. Nos dejaron —volvió a romper en llanto—. Nos abandonaron. Ya no nos aman, ¿cierto?

La pequeña Renesmee, el reflejo de mi niñez, volteó su rostro hacia la esquina contraria, buscando a alguien.

—Cierto… —pronunció la voz de otra persona.

Esa voz…

No me había percatado de que alguien más estaba en esa habitación. Me comía el miedo, y moría por salir de ese lugar e ir con mis padres y Jacob.

Miré rápidamente en las direcciones de donde provenían las voces. Una de ellas era mi voz. No entendí que hacían ellas ahí. Me encontraba en medio de dos personas. Comenzaron a sonar unos pasos, y después la pequeña corrió en dirección de la otra voz, ésta extendió una mano y la aprisionó para que no pudiera soltarse.

—Todo es mentira. Nunca nos han amado —replicó la voz de mujer.

—Nunca nos han amado —repitió la niña.

Ambas avanzaron hacia mí con paso firme y decidido, aún tomadas de la mano.

Sabía perfectamente quién era la pequeña, pues conocía muy bien aquel vestido de grandes holanes. Me lo había regalado Rose y lo que la niña sujetaba era un muñeco de tela que había hecho mi abuelo Charlie.

—Es tu culpa —dijo esa voz llena de odio y sumamente familiar.

Me acerqué unos pasos para verla mejor, y mi sorpresa fue aun mayor que al encontrarme con la pequeña Renesmee.

Retrocedí unos pasos y me enredé con la alfombra. Caí al piso. Sentía cómo el sudor recorría mi frente; era frío. Miré impactada a aquella mujer. Era realmente hermosa, poseía una piel perfecta, ¡Dios, era yo! ¡Esa mujer adulta era una réplica mía! Aunque... ella era terrorífica, sus ojos rojos daban miedo. Esa mujer no podía ser yo… Simplemente, no podía ser verdad.

—Es tu culpa —mi reflejo destilaba odio en la forma de hablar, sus ojos, ¡Dios mío! Ella era lo más horrible que había visto.

Pensándolo bien… ella era exactamente igual a un vampiro que conocí tiempo atrás. Su mirada llena de odio, crueldad y deseo de venganza: Cayo Vulturi.

—Ellos nos abandonaron por lo que hiciste —acusó la pequeña Renesmee.

—¿Qué? —dije perpleja, mirando de hito en hito a las dos personas que me acusaban de algo que no entendía.

—Mi papá nos odia, mamá nos aborrece y Jacob nos quiere muertas —gruñó aquella hermosa mujer.

—¿Qué dices? ¿Ellos están bien? ¿Qué les hicieron? —pregunté por instinto, aún con miedo.

—Ellos, la familia y la manada están bien —lloró la pequeña—. Pero tú… ¡arruinaste nuestras vidas!

¿Qué? ¿Yo? ¿Cómo?

De repente, mi reflejo, la de edad mayor, soltó a la pequeña. Rugió fuertemente, haciendo que todo el lugar temblara, retrajo los finos labios y me mostró sus afilados colmillos. Su mirada no se apartaba de mí, intimidándome y llenando mi interior de dudas y temor.

Se llevó ambas manos al rostro. Pasados unos momentos, bajó sus manos y las extendió en mi dirección, a la altura del pecho.

El desconcierto bloqueó todos mis pensamientos. Cerré los ojos, y cuando los abrí de nuevo, una imagen espantosa cubrió por completo mi vista. De ambas manos caía un líquido espeso y de un olor agradable que quemaba mi garganta. Sus labios estaban teñidos de ese líquido embriagador. La bebida preferida de los vampiros: sangre. Continuaba mirándome con dejos de odio, venganza y crueldad. Pero había algo diferente en esos diabólicos ojos. Lágrimas. Sus mejillas se humedecieron a causa de las gruesas lágrimas que brotaban sin cesar. En ningún momento su rostro mostró dulzura, compasión, miedo o sufrimiento. Seguía rígido, hermoso y terrorífico, pero rígido. Las lágrimas no cambiaron para nada su semblante; solo caían y caían sin sentido alguno.

—¿Lo ves? —dijo, molesta—. Esto es lo que soy. Mira bien, Renesmee, porque esto es en lo que te convertirás.

—No... ¿Cómo es posible? —dije cortadamente.

—Tú lo decidiste. Fue tu elección —la pequeña se cubrió el rostro.

—Falta muy poco para que te conviertas en un ser despreciable.

—Nunca. Mis padres me aman, mi familia…

—Nada. Si te amaran estarían aquí con nosotras, ¿no es verdad?

Ambas caminaron hacia mí. Me quedé helada al verlas tan cerca.

La pequeña corrió a abrazar mi pierna derecha, mientras la adulta me pasaba los brazos por el cuello para abrazarme fuertemente.

—Ellos no nos aman. Todo fue una mentira. Él, ese hombre que tú amas, no dice la verdad. ¿En serio crees que nos amó? Yo pienso que sólo quería estar cerca de alguien que ya se había resignado a perder… pero aun así quiso estar cerca de ella, no de ti.

Me quedé helada ante el comentario de la niña. Eso era… algo que tenía que recordar. Aquel pensamiento bloqueado estaba resurgiendo.

—Disfruta lo que tienes, Renesmee, porque estás a punto de perderlo. Tú decides nuestro futuro. Ser amada o ser odiada. Ve y entérate de ese secreto.

Abrí los ojos y me levanté rápidamente del sofá. Mi respiración se encontraba forzada por el impacto de aquellas personas.

—Fue solo un sueño —dije jadeando.

Algo me inquietó. La casa estaba a oscuras.

¡No podía ser verdad!

Miré en todas direcciones. No había nadie. La chimenea estaba apagada y no había ni una luz encendida, no había ruido alguno.

Jacob.

—Nessie. ¿Qué pasa?

—¡Jake! —corrí a abrazarlo.

—¿Te encuentras bien, amor? —preguntó confundido.

—Sí… ¿por qué no hay luz? —quise saber.

—¿Por qué no hay luz? Bueno, apagué la chimenea por que estaba humeando mucho y no quería que respiraras eso. Me levanté para encender la luz, pero en ese momento despertaste, cielo. ¿Pasa algo? Te noto preocupada.

Un sueño. Todo fue un maldito sueño.

—No pasa nada. Sólo me desconcertó un poco no tenerte a mi lado cuando desperté. Olvídalo. ¿Qué hora es? ¿Dónde están mis padres?

—No es muy tarde, son las 4:56 p.m. Edward llamó hace poco diciendo que estarán en la casa principal con tu familia. Al parecer, Alice no deja regresar a Bella —puso lo ojos en blanco—, ya sabes como se ponen cuando se juntan. ¿En serio estás bien?

—Sí, estoy bien. ¿Tía Alice no deja regresar a mamá? —pregunté.

¿Sería acaso que tía Alice tuvo una visión o algo por el estilo? ¡Dios! Me estaba dejando llevar por estupideces.

—Jacob, te amo.

—Nessie, yo también te amo —dijo, al momento de besarme.

¿Beso? ¿Por qué me preocupaba un beso?

Jacob pasó sus brazos alrededor de mi cintura y comenzó a morder el lóbulo de mi oreja, para terminar sellando mis labios con los suyos.

—¿Sabías que eres la persona más importante de mi vida? —susurró.

—Hum… tal vez sí lo sepa —pasé mis brazos alrededor de su cuello.

—Me alegra que lo sepas. No hay nadie en este mundo que te ame más que yo. Recuérdalo bien.

—Ah… yo creo que sí hay alguien más. Mis padres —solté una risita.

—Eh… no se vale, ellos son tus padres, y claro que te aman, pero apuesto lo que quieras a que mi amor sobrepasa el de ellos.

—¡Dios! Por supuesto. Tenemos una impronta, ¿recuerdas? —lo besé.

—¡Bendita impronta! Gracias a eso no te liberarás de mí, Renesmee Cullen. Te seguiré a donde tú vayas, no importa el lugar, y la verdad que no me importa si no me quieres a tu lado, me pegaré a ti como una sanguijuela… Eso lo aprendí de tu padre.

—¿En serio me seguirás a todas partes? Jacob, esto es muy gracioso; el único lugar a que puedo ir es a la casa de mis abuelos o a La Push, amor. No seas tonto, y por supuesto que estás invitado a seguirme amando, porque eso es lo que voy hacer contigo. Te amaré cada día más.

—¿Cada día más? —frunció el ceño—. Bueno, me parece tolerable, aunque no tan bueno: yo te amo más cada segundo que pasa.

—No te doy gusto con nada, ¿verdad?

—Creo que hay algo que puede servir…

—¿Qué será?

—Si me das un beso en este momento… puede que…

—Hum... Tentadora tu oferta, Black.

Lo abracé y deposité mis labios en los suyos. Continué dándole besos tiernos, pero no pude controlarme más y terminamos besándonos apasionadamente, como veces anteriores.

“Sólo he besado así a una persona”.

“Sólo he besado así a una persona”.

“Sólo he besado así a una persona”.

Esas palabras aparecieron de repente, inundando mis pensamientos. ¡Era eso! ¡Eran esas palabras las que había olvidado! Sólo una persona. ¿Quién era esa persona? ¿Qué relación habían tenido? ¿Dónde se encontraba en estos momentos? ¿Se seguían viendo? ¿Aún tenía contacto con ésa?

Era ridículo. Jacob me había dicho que eso no había significado nada para él… Entonces, ¿por qué sentía esto?

“Curioso, ¿no crees? Me refiero a las palabras de tu padre. Tu madre y tu novio fueron muy, pero muy amigos, ¿cierto? No lo sé, sólo estoy especulando, pero ¿conoces a una mujer más cercana al licántropo que tu madre?”

Era cierto. Ahora recordaba la conversación que tuve con aquel vampiro en mi mente. Él dudaba de mi madre, pero sólo porque yo le mostraba ese sentimiento, lo que significaba que era yo la que verdaderamente dudaba de mi madre. Y me tenía que enterar de la verdad. Yo quería saberla, pero ¿qué verdad? ¿Acaso mi madre no me había contado cientos de veces como fue que se conocieron ella y Jacob? Era mi historia favorita cuando niña, lo tenía grabado en mi mente.

“Vuelve locas a mis mujeres”.

“Vuelve locas a mis mujeres”.

“Vuelve locas a mis mujeres”.

“Vuelve locas a mis mujeres”.

“Vuelve locas a mis mujeres”.

¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!

—Nessie, ¿pasa algo? —preguntó Jacob.

—¿Por qué lo preguntas? —dije fríamente.

—Bueno, estábamos besándonos y te quedaste quieta como hielo, no te movías… Hum… Ya sabes a lo que me refiero.

Sé a lo que te refieres, gracias, pensé.

—No me pasa nada, Jake.

—¿En serio?

—Jacob… ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro, a ver, ¿qué es?

—Es sólo una suposición, ¿de acuerdo?

—Bien.

—Si mi madre estuviera en peligro —me sentía fatal de tan solo imaginarlo— y mi padre fuera incapaz de hacer algo, ¿protegerías a mi madre con tu vida?

—Hum… —dudó un momento—. ¿Tendría que dar mi vida por ella?

—¿No lo harías?

—Nessie, en verdad quiero mucho a Bella, pero no estaría dispuesto a dar mi vida por alguien que no fueras tú. Ni siquiera daría mi vida por tu madre, sabiendo que te dejo sola a ti.

—¿Qué significa eso?

—No importa cuál sea el problema, si tu familia está en peligro, gustoso ayudaré porque los aprecio y quiero a tu madre; pero mi prioridad sería protegerte a ti antes que a cualquier miembro de tu familia, incluyendo a Bella.

—Quieres decir que me amas más a mi que a mi madre, ¿cierto? —inquirí, agudizando mi vista y mi voz.

—Por supuesto que sí. Quiero a tu madre, ella es una excelente mujer, es mi mejor amiga —Jacob recordó algo y su rostro tomó una expresión distante, de la que se recupero rápidamente, cosa que no me agrado mucho—. Pero tú eres el amor de mi vida, mi mejor amiga, mi novia, mi amante, ¿comprendes?

—Jacob, si mi madre y yo fuéramos a morir al mismo tiempo y pudieras salvar a una, ¿a cuál de las dos elegirías?

—¡Nessie! ¿Qué dices? —preguntó sorprendido.

—Muy fácil. ¿Quieres que te lo vuelva a repetir, o…?

—No, por supuesto que entendí la pregunta. Pero me resulta…

—¿Y cuál es tu respuesta?

—No me gusta esta broma, Ness…

—Ah, ¿no puedes decidirte? —dije sarcásticamente.

—Lo lamento, no puedo deci…

—Yo también lo lamento, mi amor —dije besándolo—. No era mi intención hacerte pasar por un mal momento a causa de unas estúpidas preguntas

—No tienes de qué disculparte. Sólo quiero que sepas que siempre te amaré, no importa lo que pase, ¿entendido? —besó mi mejilla.

—Entendido —dije sonriente—. Jacob, vamos a la casa principal.

—Ahh —se quejó—. ¿Para qué? No quiero ir. Quiero estar solo contigo.

—Jake, no he visto a mi familia desde ayer. Vamos a saludar y nos salimos, ¿de acuerdo?

—¡Pero si ves a tu familia a diario! —comenzó su berrinche.

—Sí, bueno, es solo que quiero confirmar algo.

—¿Qué quieres confirmar?

—Cosas de mujeres, ya sabes…

—Oh, bueno; en ese caso, vamos.

—Sí, vámonos.

Veamos cuánto me amas en realidad, Jacob.




martes, 28 de julio de 2009

ALICIENTA Y LAS ZAPATILLAS GUCCI.

Me encuentro un poco retrasada con los cap. Pero bueno a cambio les dejare este gracioso One-Shot propiedad de KrisyAry! divertido en serio.Sin mas, aqui lo tiene. (Tratare de tener el cap lo antes posible asi que dense prisa a leer el shot) SE PROHIBE LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL DE ESTE ONE-SHOT ¡LEELO AQUI, NO LO ROBES, NI LO COPIES!
Nessie estaba por tiempo indefinido en casa de sus abuelos y sus tíos, porque sus padres se fueron de viaje a una 2nda luna de miel, nessie podía aparentar ahora 5 años, aunque solo tenía 2. Ya no necesitaba ayuda para cosas básicas como lavarse los dientes, cepillarse el cabello e irse a la cama sola.

Ya eran las 9, era hora de acostarse, en realidad había pasado casi una hora, su madre siempre la mandaba a dormir a las 8, podía incluso imaginar lo que diría, que tarde es renesmee, tienes que descansar, su madre era amorosa y dulce pero un poquito paranoica. Pero ella no estaba allí, así que Renesmee podía dormirse un poco mas tarde, puesto que toda su familia la consentía.

Su pijama era de un color Rosa pastel, y su peluche favorito –cortesía de Emily- era un perrito color café ladrillo, incluso se llamaba jake y no saldría a ningún lado sin el. Renesmee se metió en la cómoda y calientita cama, era hora de descansar

-NESSIE!!!- dijo una voz parecida al canto de un pajarillo
-Tía Alice?- pregunto la niña
-Oh, Nessie, que bueno que estas despierta, tengo una sorpresa- esto ultimo lo dijo dando brinquitos y aplaudiendo
-¿Qué pasa?- pregunto otra vez, las idea de su Tía Alice podían ser divertidas, siempre y cuando tu no fueras el centro principal de su idea
-Ok hoy fui de compras, la verdad es que hay una barata de todo, es increíble, kenzo saco un nuevo perfume y…-
-Tía sigo sin entender- dijo la pequeña niña
-Ok, entre a esta nueva tienda llamada read it or leave it , por cierto hay una autora que se esta haciendo millonaria con un libro de…-
-TIA PUEDES LLEGAR AL PUNTO!?-
-en fin, encontré esto-
La pequeña Alice salio de la habitación y volvió a entrar como si nunca se hubiera ido, llevaba un enorme libro, la pasta era de un hermoso color dorado
-Ta ran, la princesa y las zapatillas gucci-
-Tía, allí dice la cenicienta-
-Oh eso, la verdad es que lo leí y que aburrido, así que la mejore al estilo Cullen, y como ya vas a dormir, se me ocurrió contártelo ¿Qué te parece?- pregunto el pequeño duende
-No lo se tía, tengo sueño y…-
-¿No quieres que te cuente mi cuento?- dijo Alice haciendo la cara de perrito, oh no la cara de perrito no, ahora entiendo a mi mamá
­-esta bien, cuéntamelo será divertido-
-Yupi- dijo la pequeña vampiro –Ok erase una vez en un reino muy muy lejano…-
-…Vivía el honorable rey carlisle primero-
*sale carlisle vestido de rey*
-Gracias Alice, será un honor ser rey-
-Oh, de nada… en que estaba, ah si, el rey estaba casado con la hermosa reina esme de Cullen, ambos eran una hermosa pareja de vampiros… digo de reyes y tenían dos hijos, una era la princesa bella y el otro era su hermoso hijo llamado
*sale Edward*
-Soy el príncipe Edward-
-NO- grita Alice –tú no vas a ser el hermoso príncipe-
-¿Por qué no?-
-Edward, tu no tienes nada de príncipe-
-Claro que si, soy caballeroso, toco el piano, puedo amar con todo mí ser, y las twilighters me adoran-
*sale un grupo de twilighters con carteles que dicen I LOVE EDWARD, EDWARD MARRY ME, EDWARD ERES MI HOMBRE IDEAL*
-Te lo dije- le responde Edward
-Pero es mi cuento, así que tú no serás el príncipe-
-¿Qué?- dicen las twilighters
-Si me apoyan las llevare a todas de compras mañana-
-SI- dicen las twilighters-lo siento Edward, no eres un príncipe- salen todas felices
-así que bye Edward… volvamos al cuento… el hermoso príncipe JASPER-
*jasper sale como príncipe emo, todo de negro*
-Pero el príncipe estaba muy solito, por eso se volvió EMO-
-Oh- dice jasper –si tan solo encontrara una princesa que devolviera la luz, dejaría de ser emo, pues aun recuerdo cuando yo era feliz… cuando las rosas no tenían espinas…-
-Suficiente príncipe emo… En ese mismo reino vivía una fea madrastra llamada la madrastra jake-
*SALE JAKE CON VESTIDO*
-ni lo creas chupasangre, yo no voy a ser una madrastra, no señor-
-Escucha bien perro, si yo digo que eres madrastra, eres madrastra, si no te daré a la multitud enojada por imprimar a Nessie y no quedarte con Leah, así que cállate… ahora por favor NADIE SE QUEJE O LO LLEVARE DE COMPRAS CONMIGO Y LAS TWILIGHTERS…-
*la familia Cullen, y los licántropos asienten*
-la malvada madrastra jake tenía 2 hijas que eran igual de malas, estaba la hermanastra fea emmett…-
*SALE EMMET CON UN VESTIDO PERO COMO ES TAN GRANDE, SE LE VE SU ABDOMEN Y LE QUEDA COMO MINIFALDA, Y NO SE DEPILO!! Y sale con una peluca-
-Alice te puedo pedir un favor-
-Dime Emmett-
-Puedo ser una hermanastra sexy?-
-Ok, no veo el porque no… rectifico estaba la hermanastra fea y sexy emmett…y la hermanastra aburrida y reprimida sexual Edward-
*Sale Edward con un vestido verde y una peluca*
-¿¡QUE?!- dicen las twilighters
-recuerden, de compras conmigo y gratis- responde la cuenta-cuentos
-Ok… Alice esto es demasiado- eso lo dijo Edward
-La verdad no, tu y emmett son unas hermanastras horribles, eso quiere decir que son perfectas, digo, perfectos para el trabajo-
-Alice-
-Esta bien, quitare lo de reprimida sexual… ahora volvamos a MI historia… lo que nadie sabía es que la hijastra de la madrastra jake era hermosa, dulce, buena, inteligente, tenía buen gusto, excelente forma de vestir…-
-ALICE- dicen todos
-la pobre alicienta, quien era tratada como mucama por la fea familia-
-ALICIENTA- dice la malvada, sexy y fea hermanastra Emmett
-Dime-
-Mis zapatos están sucios, límpialos, y limpia también mi ropa interior-
-¡¿Qué?!-
-tu querías ser cenicienta, pues cenicienta lavaba todo ahora límpialo- dice Emmett
-Ya voy, Ya voy-
La pobre alicienta sale de la habitación de la fea y sexy hermanastra –Oh, yo no se porque me pasa esto, se que algún día un hermoso príncipe me rescatara, y seremos felices para siempre, comprando todo lo que veamos-
Alicienta miro por la ventana y vio al fiel súbdito de la familia real Cullen, el súbdito Seth
*entra seth con un pergamino en la mano y un traje de bufón*
-Atención- dice el súbdito seth –todas las damiselas solteras son solicitadas esta noche para el baile donde el príncipe jasper buscara a una bella doncella para desposarse-
*salen las twilighters con vestidos y empiezan a gritar*
-la madrastra jake de inmediato vio la oportunidad para que unas de sus hijos digo sus hijas se casara con el príncipe-
-mm… hurra… alguna se casara…hurra- dice Jacob sin ganas
-Jacob con emoción maligna- dice la cuenta-cuentos
-NO-
-Esta bien, pero iras de compra conmigo y las twilighters, necesitamos alguien que cargue las bolsas, y en visto de que tu eres alto y fornido… en fin-
-No, esta bien… jajaja ahora una de mis hijas se casar y el reino será solo mío… ¿así esta bien?-
-Perfecto, sigue así… en que estaba… la pequeña…-
-Enana- dijo Edward
-Edward tu mañana vas con las twilighters y punto final… ahora si, la pequeña alicienta de inmediato se puso a trabajar en un vestido, agarro muchos pedazos de tela que sus hermanastras no usaban y elaboro el mejor vestido jamás visto de un color púrpura… cuando era hora de irse a la fiesta su malvada familiastra-
-Alice- dice Edward –esa palabra no existe-
-Ahora no solo iras con las twilighters, vas a hacerte un facial conmigo ok, ahora si, ella y su familiastra, y si, yo la invente, la malvada familiastra decidió que ella no iría con ellos digo ellas-
-Oh alicienta que horrible te ves- dijo la sexy hermanastra emmett
-oh no, tu no iras, tienes que quedarte a cuidar la casa, además el príncipe no se fijaría en alguien tan enana como tu- dijo la madrastra jake
-pero… Edward es tu turno-
-No lo haré-
-Si no lo haces le diré a bella lo de la ropa interior azul que querías que le comprara-
-¡QUE!- preguntan todos
-EDWARD CULLEN- dice una voz femenina que parecen campanillas
-puedo decir que es mentira pero tienes que colaborar-
-esta bien… mira madre jake, alicienta se llevo mi collar- y dicho esto le quita el hermoso collar que llevaba puesto
-y esa tela es mía- dice la madrastra
-y esa tanga es mía-
Todos miraron a emmett raro
-es de rose-
-EMMETT-
-La pobre alicienta termino con su bello vestido roto… lloro y lloro puesto que nunca conocería a su bello príncipe emo, hasta que una luz apareció y de allí salio el hada madiva-
*sale rosalie con alas de hada*
-Alice ¿Por qué madiva?- pregunto la rubia
-Oh muy simple, madrina se dice al hada de los cuentos, pero yo quise cambiarlo a madiva puesto que tu eres toda una diva, ahora eres la única hada de tu especie-
-genial… ahora mis líneas… no llores alicienta, yo te ayudare-
-y como podrías ayudarme tu oh gran hada madiva-
-porque yo tengo mi varita y con ella puedo hacer esto-
-el hada madiva toco la cabeza de alicienta y pronto apareció un hermoso vestido color rosa y UNAS ZAPATILLAS GUCCI de cristal-
-Listo ahora ve al baile y conquista al príncipe emo-
-El hada madiva le dio un carruaje pero antes de irse les explico algo importante-
-Tienes que volver antes de la media noche-
-¿Por qué?-
-Porque salgo del turno entonces la magia se acaba, ahora ve-
-la pequeña alicienta se fue y pronto llego al castillo, el príncipe jasper bailaba con todas-
-hoy me corte las venas ¿quieres ver las cicatrices?- dijo el príncipe
-eww- dijo la chica y se fue, hasta que llegaron las 2 feas hermanastras
-hola soy Edward, encantada de conocerlo mi señor.-
-Y yo soy la sexy emmett, tranquilo corazón, conmigo todas tus noches serán extra salvajes- la princesa Bella los vio
-GUARDIAS- grito
-si princesa- sale toda la manada
-desechen a esos 2 travestís-
-si- la guardia los saco a golpes por suerte ninguno vio a alicienta, cuando el príncipe la vio cayo rendido a sus pies
-Oh eres tu, aquel ultimo brillo de la felicidad, oh tu cura mis heridas-
-Tu eres el príncipe emo verdad?-
-Si, quieres ver mis cicatrices?- el príncipe se levanto la manga y allí están muchas cicatrices
-WOW, tu si eres emo-
-¿Quieres bailar?-
-Obvi-
Ambos bailaron toda la noche, se miraron fijamente a los ojos
-oh bella musa de la felicidad-
-solo dime alicienta-
-oh, alicienta, concededme el honor de ser tu fiel y abnegado esposo-
-me llevaras de compras todos los días?-
-si-
-y cargaras mis bolsas?-
-todas-
-y me dejaras vestirte todos los días?-
-por supuesto-
-entonces si-
El príncipe y la futura princesa estaban a punto de besarse y cellar su pacto cuando las campanas sonaron, eran las 12
-Oh no, lo siento mi bello príncipe emo pero tengo que irme-
-No por favor no- la princesa salio corriendo
-Bella, guardias deténganla es mi única salvación-
-¿Dejaras de ser emo?-
-Lo juro-
-Guardias tráiganla ahora- gritó la torpe y humana princesa Bella
-Oye Alice ya soy vampiro-
-Pero en mi cuento no… la pequeña alicienta corrió y corrió se resbalo en los escalones y se le callo una de sus zapatillas gucci, pero siguió corriendo, se escondió en unos arbustos, como era tan pequeña nadie la vio, al mirarse, llevaba la misma ropa rota antes de que el hada le ayudara, llego a casa exhausta, guardo la zapatilla gucci que le quedaba y se quedo dormida.
A la mañana siguiente llego el mensajero Seth
-Atención, el príncipe tiene un aviso que dar- El príncipe salio del carruaje, con una sombrilla negra para no asolearse claro, también de allí salio la princesa bella
-Esto es para mi musa… lo escribí con mi propia sangre-
-¡QUE!-
-Dame eso- dijo bella- Ok mi hermano ayer conoció a una hermosa princesa y le pidió matrimonio, ella acepto sin embargo huyo, así que le pedimos a esa chica se presente ante nosotros-
Todas las twilighters incluidas las hermanastras feas se ponen enfrente del carruaje gritando, yo, yo
-Ok, pasemos al plan B, la chica dejo una de sus zapatillas, así que pasaremos a cada casa a probarle el zapato a toda damisela soltera, a quien le quede, se casara con mi hermano-
-El príncipe y la princesa pasaron a todas las casas del reino, y a ninguna le quedo, pronto llegaron a la casa de la familiastra y alicienta-
-Su alteza imperial la princesa ISABELLA MARIE CULLEN y el príncipe JASPER CULLEN- la familiastra los recibió con te
-procedamos a la prueba del zapato-
-primero- dijo seth – la dama…-
-la sexy dama por favor-
-la sexy dama emmett-
Emmett se probó el zapato y le quedo muy pequeño
-emmett tiene pies de elefante- dijo la princesa bella
-es usted muy maleducada, esta sexy dama no lo piensa soportar-
-la que sigue es la dama… Edward-
Edward se lo probó y le quedo muy grande
-y usted tiene pies de anoréxica- dijo bella –un momento, Alice, Edward tiene el pie grande, por eso tiene un gran…-
-Bella es un cuento déjame terminar… la pequeña Alicienta entro y vio al príncipe, el príncipe la vio y le sonrió-
-hermosa dama ¿Quién es usted?-
-Soy alicienta-
-Oh discúlpela- dijo la madrastra jake –es la criada, ya se iba-
-no, bella damisela, ¿podría probarse el zapato?-
-Si- el joven seth llevaba el zapato, pero la tonta y sexy hermanastra emmett con sus pies enormes de elefante hizo que tropezara, y la zapatilla Gucci se rompió en mil pedazos.
-Oh no- dijo Bella – ahora como sabremos quien es la chica-
-creo que yo puedo ayudarlos, espere-
-¿y que va a hacer, traer cola loka?- pregunto Edward, alicienta entró, con algo en sus manos
-la otra zapatilla- dijo ella, todos se asombraron, el príncipe lo tomo y le pregunto
-¿me permite probárselo?-
alicienta se lo probo y le quedo perfecto, el hada madiva apareció de la nada
-muy bien alicienta, ahora ve y casate-
-la pequeña alicienta se caso con el bellísimo príncipe jasper, y compraron felices para siempre… fin-
-y dime renesmee ¿te gusto?-
renesmee estaba dormida, abrazaba a su pequeño jake
-oh mi cuento le gusto tanto que si se durmió, que genial- la joven y pequeña Alice salió del habitación contenta por el resultado, lo que no sabía es que renesmee se había hecho la dormida con la esperanza de que se fuera.
-mi tía Alice es genial, pero jamás debería contar cuentos- dicho esto se acurruco e intento no soñar con alicienta y el príncipe emo.
Repito el one-shot es propiedad de krisyari. ¡leelo aqui, no lo repdoduscas en ningun otro lado, evitame el lio y evitate lios! ^^

martes, 21 de julio de 2009

27.- EL PRINCIPIO DEL FIN.

Nuestros rostros se encontraban tan cerca que podía sentir su cálido aliento sobre mi nariz y boca cuando hablaba y respiraba.

––Jac…

––¡Pasa algo! Nessie, Ja…

Seth irrumpió a gritos en la habitación con cara de espanto, y al mirar nuestros cuerpos tan juntos ofreció disculpas con las mejillas coloreadas de un sutil rojo por la vergüenza.

––¡Diablos, que pasa contigo, niño! ––gruñó Jacob.

––Lo lamento, es que dejé de escucharlos, no es como que estuviera de entrometido y, bueno, ustedes saben... ––me miró aún más rojo––; no fue mi intención interrumpirlos.

––No interrumpes nada ––me apresuré a decir, tratando de poner mis nervios en orden y no pensar en lo que… interrumpió.

––¿Qué? ¡Claro que lo hizo! ––Jacob parecía enojado; aun así sabía que estaba igual de nervioso que yo y agradecido por la intromisión de Seth en la habitación.

––Hum… como las cosas se han solucionado y ya te encuentras mejor, será apropiado que yo me marche… Entonces, hasta pronto.

––Ah, ¿en serio? Pues que te vaya bien, Nessie ––sonrió Seth.

––Ah, no... Tú todavía no te vas, el que se larga es Seth ––Jacob lo miró entornando los ojos y, al parecer, dio resultado, pues Seth salió dejándonos nuevamente solos––. Bien... ¿en qué estábamos…?

––En que yo ya me iba ––dije avergonzada.

––No, tú no te vas, te quedarás aquí conmigo un poco más, ¿de acuerdo? ––dijo aproximándose nuevamente hacia mí.

Volvimos a estar juntos de nuevo y comenzó a rozar una y otra vez su dedo contra mi mejilla, pero esta vez no me tomaba del cabello. Ahora acariciaba mi nuca y mi cuello, en un fino y delicado movimiento que puso tensos los músculos de mi cuerpo, provocando que las terminaciones nerviosas colapsaran dando lugar a la erección de los diminutos vellos que se localizaban en mi nuca y brazos.

Permanecí con los brazos a mis costados, pues no tenía claro cómo actuar, sólo dejé que sus movimientos continuaran provocándome descargas cada vez que tocaba mi piel. Ahora mi corazón bombeaba con más fuerza y, como mi mente, deseaba estar en contacto con su pecho una vez más.

––Jacob, esto me…

––Shhh… no digas nada ––murmuró, llenándome el rostro con su exquisito aliento mientras me miraba fijamente a los ojos––. Déjame contemplar lo perfecta que eres, déjame saber cuán afortunado soy en tenerte a mi lado.

Esa escena era un deja vu, pues había ocurrido infinidad de veces en el pasado. Siempre me decía esas palabras y recuerdo que me hacia quedarme quieta para que pudiera observarme detalladamente. Esta no era la excepción. Sus ojos se encontraban recorriendo cada centímetro de mi rostro, partía de mis cejas, que acariciaba, a mis ojos, nariz, frente, labios, mejillas; todo lo observaba y acariciaba cuidadosamente.

––Eres perfecta ––susurró, dándome una mirada que me desarmó completamente.

––Si tú lo dices ––dije, desviando la mirada de sus ojos, que tenían algo que no sabia que era.

––Te amo, Nessie ––volvió a murmurar en voz baja mientras buscaba mi mirada.

––Hum… ––diablos, ¡esto era jugar sucio! ¡Era tan provocador, tan…sensual!––. Yo también te amo, Jake.

Al decirle aquellas palabras, Jacob sonrió pero de una manera muy diferente a la que yo conocía. Nunca antes había visto esa expresión en su rostro. Sus ojos estaban literalmente vívidos, centellantes frente a mi rostro; su sonrisa desbordaba felicidad al escuchar mis palabras.

Me encontraba sumamente nerviosa, como jamás en mi vida lo había estado… Bueno, sólo experimente un nerviosismo con Adam, pero esto superaba aquella vez. Cuando me disponía a pronunciar algunas palabras me quedé petrificada. Jacob colocó su dedo pulgar e índice en mi mentón y ejerció una pequeña fuerza que obligó a mi rostro a acercarse unos cuantos centímetros hacia el frente. Muy lentamente, él se fue acercando cada vez más a mí, aún con ese brillo celestial en su rostro y esa mirada pasional que sostenía. Colocó su brazo libre alrededor de mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo, quedando los dos completamente juntos; no volvió a mover ese brazo por nada del mundo. Soltó mi mentón y se dispuso a sostener mi mejilla, que acariciaba una y otra vez. Sus labios se acercaron a los míos y, a menos de cinco centímetros, susurró un hermoso “te amo”.

Tomé un poco de aire y después lo sentí: los suaves, dulces y atractivos labios de Jacob se encontraban perfecta y delicadamente presionados contra los míos. Fue algo mágico. Me encontraba besando a mi novio, al hombre al que amaba y por el cual haría cualquier cosa. Jacob me abrazó y coloqué mis brazos alrededor de su cuello. Poco a poco, sus labios se separaban de los míos para abrir un poco su boca, que succionaba mis labios en busca de algo más que al cabo de unos instantes encontró. Obligó a mis labios a retroceder y abrir un poco mi boca, insertando tiernamente su lengua. La podía sentir nadando dentro de mí y al mismo tiempo me percataba de cómo me quitaba el aire. No sé cómo sucedió, pero aprendí a controlar mi respiración y me acoplé a la perfección de los movimientos de la lengua de Jacob, que eran sumamente encantadores; succionaba, mordía, lamía y probaba una y otra vez. Sacó su lengua de mi boca sin dejar de besarme, hasta que lo abracé frenéticamente.

––Te amo, Nessie. Te amo como no tienes idea ––dijo abrazándome fuertemente.

––Yo también te amo, Jake ––dije escondiendo mi rostro en su cálido cuello.

––No te avergüences, amor; es normal lo que hemos hecho.

––Pero es que todo fue… Quiero decir que no sabía cómo hacerlo; ésta es la primera vez que beso a alguien y… de esa manera ––desvié la mirada y algo me vino a la mente––, pero al parecer tú eres un hum… ¿lo habías hecho antes? Digo… besar así a una mujer. ¿A cuántas? No es que me enfade ni nada, tenías todo el derecho del mundo.

––No, amor ––comenzó a reírse––. Sólo he besado así a una persona, a nadie más; y déjame que te diga que fue algo… raro. El punto es que tú eres el amor de mi vida y lo que sentí con este beso no se compara con nada; no sabes lo hermoso que fue tenerte en mis brazos.

––¿En serio? ––pregunté llena de alegría al escuchar que yo era la única persona con la que él se había sentido de ese modo.

––Claro ––tomó mi mano y la besó––. Eres el único ser que me llena de amor con solo verlo. Te amo y no me imagino una vida sin ti.

––¿Me amarás siempre? ––pregunté temerosa.

––Siempre, no importa qué pase. Escúchame bien ––me abrazó y susurró a mi oído––: siempre, toda mi vida te amaré, no importa lo que pase, nada cambiará. Te amé, te amo y te amaré por el resto de mi vida y hasta el último de mis suspiros.

––Te amo Jacob, no lo olvides.

El resto de la tarde la pasamos juntos en su habitación, abrazándonos y compartiendo nuestro amor a base de besos.


Los días pasaban y nuestro amor era cada vez más grande y fuerte. Tenía el apoyo incondicional de mi familia, pues cierto día Jacob habló con todos ellos dándoles a conocer lo que ya sabían: nuestra relación. Papá estaba malhumorado, buscaba y rebuscaba en la mente de Jacob algún indicio de algo más que hubiéramos hecho, algo más que sólo unos besos. El punto es que papá necesitaba estar a diez metros como mínimo de distancia alejado de Jacob; el solo hecho de saber cómo su hija se besaba apasionadamente con un hombre no le hacía mucha gracia. Por otra parte, mamá estaba triste. Una vez escuché que ella le decía a papá que me estaba perdiendo poco a poco y que el culpable era Jacob por amarme tan pronto, pero se equivocaba. Era mentira; yo la amaba más que nada en el mundo, la quería demasiado y nada iba a cambiar en ese sentimiento, pues aunque el amor que sentía por Jacob me mataba, lo mismo hacía el amor por mí madre; ella era la razón de mi existencia y eso se lo agradecía infinitamente.

Todo resultaba de maravilla, salvo por alguien: Adam. A su regreso hable con él sobre lo que había ocurrido. Le conté exactamente todo. Mi intención no era lastimarlo, era serle sincera sobre cada detalle de lo sucedido, pues él más que nadie se merecía ese derecho por cómo se había portado conmigo. Mi sorpresa fue tremenda al ver con qué calma aceptaba el término de nuestra relación, decía que seguía sin aceptar al “perro” (como él lo llamaba) pero que deseaba por sobre todas las cosas mi felicidad y le alegraba ver que por fin estaba siendo feliz con el hombre que siempre había amado. Aun sabiendo que era bienvenido en la casa de los Cullen, como él llamaba a la casa principal, por respeto a mí, a Jacob y a él mismo se negaba a asistir cuando mi abuelita Esme lo invitaba. Adam me dejó bien claro que esto no era motivo de despedidas; nuestro noviazgo había terminado y no obstante deseaba continuar con nuestra amistad; quería que me mantuviera en contacto con él y con la pequeña Iris, que era una adoración. Me resultó tranquilizador el tono en el que me hablaba, estaba lleno de paz y ni una sola pizca de rencor u odio se asomaban en su hermosa voz. Sus ojos azules me miraron profundamente mientras decía que sería mi amigo incondicionalmente y que, si alguna vez me sentía sola, devastada, sin ánimos de compartir “eso” con mi familia o con Jacob, él siempre estaría a mi lado, brindándome un hombro y unos brazos a los cuales no les importaba consolar a una niña deprimida.


Me encontraba en el sofá de mi casa, recostada y pensando en lo maravilloso que era estar enamorada. Me sentía extremadamente feliz al contar con el amor de mi familia, el de mi amigo Adam, por quien sentía un cariño tremendo, y el de mi novio Jacob.

––Mi novio ––susurré en voz alta y comencé a reír.

––¿Qué es tan gracioso, cariño? ––preguntó mamá desde la cocina.

––No estarás pensando en lo que hacen a escondidas tú y el asqueroso de Jacob, ¿verdad? ––preguntó papá, que se aproximó a tomar asiento en el sofá que se encontraba frente a mí.

––No, papá–– puse los ojos en blanco, cansada de las mismas preguntas o comentarios de su parte––. Y además, si te empeñas en “escuchar” los pensamientos de Jake, ya no serían “esas cosas a escondidas”. ¡Nadie puede guardar un secreto mientras estén rondando tú y tu poder!

––Cielos, amor, es que es horrible ––reprochó.

––¿Qué es horrible? ––volvió a preguntar mamá.

––¡Lo que hacen! ––gritó papá.

––Edward, por favor, amor ––suplicó mama con un toque de dolor en su hermoso rostro.

––Sí, lo sé, pero… ¡No! Una cosa es…”eso” que se queda guardado en el lugar donde ocurrió y otra muy distinta es que Jacob lo trae en su cabeza todo el maldito día. ¡Hasta sueña con ello! ¿Pueden creerlo? Me perturba, me saca de mis casillas, me molesta, ¡es mi hija, perro idiota! Arg, es como aquella vez: se empeña en recordármelo cada minuto que…

––¿Qué vez, papá? ––dije, al notar el rostro compungido y asustado de mis padres.

––Nada, cielo. Me refería a las tantas veces que he escuchado esas mismas escenas en las mentes de los demás.

––Por cierto ––pregunte ––, ¿recuerdan cuando los Vulturi vinieron por nosotros?

––Sí, amor ––dijo dulcemente mamá mientras papá desviaba la mirada hacia mí––. Nunca lo olvidaríamos.

––¿Ellos ya tenían problemas con ustedes?

––Solamente con tu padre, con tía Alice y conmigo, cariño ––contestó mamá a mi pregunta.

––¿Por qué solamente con ustedes tres de todo nuestro clan?

––De Alice y de mí… porque ellos querían nuestro poder por sobre los demás miembros de la familia. Y de tu madre, que en un principio fue humana… porque ellos se dieron cuenta, cuando fue por mí a Volterra… en fin, al momento de conocerla, sintieron que sería una buena adquisición para sus filas al momento de pasar a la vida inmortal y no se equivocaron: es el ser mas poderoso de nuestro clan.

––Vaya… comprendo perfectamente por qué te quieren, mami, pero ¿esa fue la única vez que estuviste en peligro? ––pregunté dolida.

––No, hija ––una estela de dolor contrajo el pálido rostro de mi madre––. Aquella vez fueron por todos nosotros pero temí más por tu vida que por la de nadie más. Años atrás, un aquelarre de neófitos comandados por una vampira extremadamente inmortal trato de asesinarme para saldar unas cuentas con tu padre. Han sido cosas que se remontan a los principios de nuestra relación como pareja, hija. Pero todo salió bastante bien, no hubo heridos… no a muerte.

–– Wow, así que la familia ha tenido sus peleas mucho antes que yo naciera. Debo decir que siempre supe que mi familia era muy fuerte.

––No, aquella vez…

––Como siempre ––susurró levemente papá.

––Sí, Edward, y hay que ser agradecidos.

––Y lo agradezco, de veras.

––Como te decía, cariño ––prosiguió mamá––, aquella vez recibimos ayuda de Jacob y su manada.

––Te lo dije, como siempre ––continuó papá––, aunque no queramos nada de ellos, siempre terminan ayudándonos. Y se los agradezco desde el fondo de mi corazón ––se apresuró a decir.

––Pero tía Rose me comentó que antes ustedes y la manada no se llevaban nada bien.

––No, cariño. Los Clanes tenían roces, más por parte de ellos tengo que decir, aunque Jacob ha prestado sus servicios. Esa vez fue la primera en que licántropos y vampiros unieron fuerzas para acabar con la amenaza que se avecinaba y que no solo nos molestaba a nosotros, sino que también perturbaba la paz de la comunidad Quileute.

––Vaya ––dije sin ganas y sin saber por qué.

––Jacob es un buen chico, Nessie, me alegra que uste…

––¿Bueno chico? ¡Ay, por favor! De no ser por que MI HIJA es su impronta… y si no fuera por que tú y él tuvieron una “amistad muy fuerte”, lo sacaba a patadas de aquí. Siempre ha sido un estorbo.

––Papá, eso lo dices por que no te agrada la idea de que ahora él sea el hombre al que quiero. Ustedes se llevaban bien antes de…

––¿Llevarnos bien? Cariño, tú eres la única razón por la que me contuve de asesinar a ese perro. El simple hecho de saber que vuelve locas a mis mujeres me mata.

Bien, ya no me gustaba esta conversación. Detestaba el plural. ¿Por qué? No me agradaba lo que papá decía y no se por qué comencé a sentirme de una manera extraña.

––Estoy cansada, nos vemos ––me despedí fríamente de mis padres y subí a mi habitación.

Me recosté en mi cama y empecé a darle vueltas al tema. Se suponía que yo sólo abía preguntado si alguien recordaba el incidente de los Vulturi, y después vino la conversación con mamá, que no me molestó, pero las innumerables intromisiones y reproches de mi padre comenzaron a sacarme de quicio. No me gustaba para nada tener dudas en la cabeza y menos esa clase de pensamientos. Desde siempre había tenido en mente el hecho de que mamá y Jake fueron amigos desde antes de mi nacimiento. No sabía qué clase de relación que mantuvieron en esa época, pero todos decían que Jacob era el mejor amigo de mi madre y que la protegía sin importar cual fuese la situación en la que se encontraba.

Papá había mencionado cosas sin sentido o, al menos, para mí no tenían mucha importancia, pero aun así, el que le dijera “estorbo” a Jacob me hacía creer que nunca había estado de acuerdo con su presencia en nuestras vidas. Sin duda, lo que más me angustiaba y molestaba, tanto que mis pensamientos se veían torturados, era la frase “vuelve locas a mis mujeres”. Me imagine que mi padre se estaba volviendo loco respecto a mi noviazgo con Jake. Yo tenía derecho de estar con él pues me pertenecía, era mi impronta y yo la suya; era la única persona que podía estar loca por él, pero el plural que mi padre utilizó, refiriéndose a “mis mujeres”… Supuse que se refería a mi madre y a mí; las demás mujeres Cullen pertenecían a una familia diferente, por así decirlo. En todo caso, ¿qué tenía que ver mi madre en todo eso? Se suponía que Jake y mi mamá sólo eran buenos amigos, ¿no? No veía por qué tanta molestia por parte de mi padre, y todo gracias a mi noviazgo.

“¿Estás segura de que no existió nada entre tu madre y el licántropo?”

“¿Tú otra vez?”,
pensé. Era la misma voz me había perturbado veces pasadas.

“Mi pequeña Renesmee, te hice una pregunta. ¡Qué maleducada te tienen tus padres!”

“Cállate. No tengo por qué contestar estupideces.”

“Oh…”,
comenzó a reírse burlonamente. “Vaya, vaya, vaya. La pequeña de los Cullen duda de su propia madre. Qué asquerosos pensamientos tienes.”

“¡Que te calles! No digas idioteces. Yo no dudo de nadie y mucho menos de mi madre, ¿entendiste?”

“Ahh… entonces, ¿qué clase de pensamientos son los que ocultas?”, dijo regocijándose de alegría.

“¡Ya déjame en paz! ¿Qué demonios quieres? No te atrevas a hablar cuando no sabes nada sobre mí”, le grité mentalmente. Me encontraba tan confundida que escucharlo hablar me revolvía las ideas que ya tenía.

“Tienes toda la razón, pequeña”. Su voz sonó distante, casi pensativa. “No sé muchas cosas, pero sí gran mayoría de las que te han pasado desde que tienes uso de razón como… mujer. Ten por seguro que, de eso, lo sé absolutamente todo. Solo te diré una cosa: conozco qué es exactamente lo mejor para ti, y estar con tu familia no es lo más conveniente”.

“Entonces… sólo sabes lo que mi mente de mujer… sabe, ¿entiendo?”,
pregunté con ansias de respuesta e ignorando lo demás.

“Sólo sé aquello que me muestras”,
dijo fríamente la voz.

“¿Que te muestro?”, pregunté quedamente.

“Así es. Los pensamientos femeninos son un arma mortal, ¿sabes? Cuando descubriste que ya no eras una niña comenzaste la transformación de pensamientos, incluyendo tus sentimientos, claro está”

“No entiendo”, dije sin pista alguna de a qué se refería.

“La mayoría de los vampiros mantienen la mente cerrada, o simplemente no la estimulan o no la desarrollan. Incluso tu padre, con todo y ese poder, es incapaz de abrir la puerta del cielo”

“¿Puerta del cielo? ¿Qué es eso?”, pregunté, pero era más bien una orden; quería saber más acerca de lo que él hablaba.

“Vaya, qué tonta eres, y eso que tu familia es un Clan demasiado grande y antiguo. Mira que no saber nada, ¡neófitos!, pero aun así te lo diré. La puerta del cielo, como le digo yo, es el estado de máximo esplendor en una mente vampírica, es el poder de trascender inmensas barreras y comunicarte con alguien a gran distancia, siempre y cuando ese alguien posea el mismo nivel mental.”

“Te refieres a que… ¿te encuentras lejos?”

“Demasiado lejos para ser precisos”
guardó silencio y prosiguió. “Muy pocos vampiros logran desarrollar este tipo de vínculo o poder, como quieras llamarlo.”

“¿Muy pocos?”,
pregunté débilmente.

“Digamos que las estadísticas dicen que son tres por cada millón. Pocos, ¿no crees?,
dijo sarcásticamente.

“Pero, ¿por qué? ¿Cómo es que son tan pocos?”

“Por Dios, no sé cómo lo has logrado pero, en verdad, ¿tu idiotez es sólo porque eres lenta o es genética?”,
pronunció burlonamente.

“¡Qué diablos dices!”, grité molesta.

“Lo que intento decirte es que no cualquiera abre la Puerta del cielo. No está al alcance del ser desarrollado a menos que tengas el poder de hacerlo. Sólo los vampiros potencialmente fuertes tienen ese don.”

“Estás insinuando que….yo…”

“Sí. Tú eres uno de los más poderosos vampiros en esta región.”

“Sí, cómo no. ¡Diablos, eres estúpido! Soy mitad humano, mitad vampiro. Sabes distinguir entre una cosa y la otra, ¿verdad? Retardado.”

“Eso es precisamente lo que te hace tan poderosa y al mismo tiempo tan inestable… Una verdadera joya en bruto.”

“Sí, seguro, lo que digas. Ahora hazme el favor de salir de mi cabeza. Quiero pensar y no ser interrumpida por alguien como tú. Largo”, dije molesta... Diablos, ¿qué estupidez era todo eso?

“¿Quieres que te deje sola? De seguro volverás a pensar en la relación de…”

“¡Rayos! No es de tu incumbencia, maldito entrometido”,
dije molesta y avergonzada.

“Tú me lo muestras a causa de este vínculo. Si no quieres que esté aquí, aprende a controlarlo, niña tonta.”

“Pues, si lo sabes, ¿por qué, maldita sea, no te quedas callado y haces como si no pasara nada? Ten por seguro que, si supiera controlar esto, serías la última persona en el mundo a quien le hablaría.”

Me disponía a olvidar la conversación que estábamos teniendo cunado volvió a interrumpir mis cavilaciones.


“Curioso, ¿no crees? Me refiero a las palabras de tu padre. Tu madre y tu novio fueron muy pero muy amigos, ¿cierto? No lo sé, sólo estoy especulando, pero ¿conoces a una mujer más cercana al licántropo que tu madre?”, preguntó venenosamente.

“Leah”, pronuncié su nombre rápidamente pues fue el único que vino a mi cabeza. “Jacob y mi madre siempre…”

“¿Has considerado a tu madre para formar parte de tu la lista de sospechosos?”

“¿Sospechosos? ¿Qué lista?”

“Ahhh… pero claro, ¡claro!, ¿cómo pude ser tan descuidado? Se me olvidaba que hablaba contigo; debo ser más lento en mis explicaciones pues eres tan lerda que por tus propios medios eres incapaz de descubrirlo. A ver, te explico: tu novio te dijo que él…”

“Basta. ¡¡Basta!!”, grité. “¡Es ridículo! ¡Es mi madre de quien hablas, y él es mi novio, por Dios santo!

Era tonto, pero aun así sabía a dónde quería llegar con esa insinuación. Era lo que tanto me atemorizaba.

“Creo que la pondría en el primer lugar de la lista. No me culpes. Yo sólo interpreto lo que tu piensas y no tienes el valor de decir.”

“…” .
No supe qué decir.

“¿Ahora no respondes?... jajaja, qué patética eres. Puedo apostar lo que quieras a que entre tu madre y ese…”

“Vaya, vaya, vaya. Te crees muy rudo, ¿no? Me importa un reverendo bledo lo que pienses, así que deja de meterte en lo que no te…”


“¿Sabes que me encuentro muy cerca de ti?”,
preguntó interrumpiendo mi regaño.

“¿Qué?”

“Estoy muy cerca de ti, esperando tu más grave error, y en el momento en el que lo cometas vendrás conmigo… con nosotros”

“¿Ustedes?”, pregunté nerviosamente, y al mismo tiempo, ansiosa por saber más.

“Te daré un consejo. Si quieres averiguar más sobre lo que ocurrió antes de tu nacimiento, utiliza los ojos de vampiro. Ve como un vampiro, piensa y siente como un vampiro. Abre la puerta del cielo, abre la puerta de tu mente y mira a través de ella”.

“¿Pero… cómo lo hago? ¿Cómo logro abrir la puerta?”.
Mi voz sonaba llena de curiosidad y deseos por poder utilizar aquel recurso.

“Lo sabrás cuando estés dispuesta a conocer algo mas allá de lo que nunca has imaginado. La pregunta es: ¿te arrepentirás?”

“¿Cómo…?”


“Así es. La vida de las personas que te rodean y muchas cosas más, pequeña”

“Yo puedo…”

“Por supuesto que puedes, mi linda Renesmee, pero ten cuidado con lo que deseas; sé prudente, pues tus más grandes deseos se pueden hacer realidad, y el precio a pagar puede ser realmente alto e insoportable. Ahora duerme. Deja que el sueño te consuma, piérdete en el mundo de las fantasías, niña boba, que al momento en que abras los ojos, todo será diferente. Pobre de ti, tan hermosa y frágil, y al mismo tiempo horrible y letal. Recuerda que no quiero verte destruida… Oh, pero, ¡qué digo! Por supuesto que lo deseo, pero aún no. Sufre, pequeña princesa, sufre tanto como puedas soportarlo. ¡Deprisa!, ¡apresúrate a despertar tu verdadero poder! Destruye a todo aquel que se te ponga en frente, mata sin piedad, odia con locura. Corre, corre a formar parte de nuestra familia. Él te quiere a ti: el fruto de la unión mortal y lo inmortal. La combinación perfecta de poder. Vamos descansa, duerme, Renesmee, duerme. Mi linda niña. Dulces sueños, mi pequeña asesina.”

domingo, 12 de julio de 2009

26.- "Si o No"

Jacob permanecía de pie frente a mí, con el rostro deformado por la impresión al escucharme decir todo tipo de estupideces.

No se movía ni decía ni una sola palabra, sólo se escuchaba su acelerada respiración.

Mirándolo fijamente, paralizado y sin saber qué hacer, se formó una idea en mi cabeza que estaba de acuerdo con lo que él había dicho anteriormente: ¿Pasa algo con nuestra impronta? ¿La Imprimación está dañada? La dolorosa respuesta que me dio mi conciencia era un relativo “Sí”, pues era la única forma de que todo eso no tuviera solución. Según tenía entendido, cuando hay una imprimación entre dos personas, estas no soportan estar lejos la una de la otra; y yo así lo sentía antes de saber lo que ocurría entre nosotros, pero lo que no me quedaba claro era que él, aun conociendo tan bien todo, se atreviera a dejarme.

¡Dios! ¡Basta ya! Ya no voy a pensar en lo mismo. Al parecer todo había quedado muy claro entre nosotros, así que sería mejor dejar las cosas como estaban.

Me di media vuelta y caminé rumbo a la puerta. No podía parar de llorar pues sabía que esta sería la última vez que vería a Jacob. Su olor, su sonrisa, sus ojos, su voz… todo él tendría que olvidarlo pues él así lo quería.

Tomé la perilla y la giré dando un último suspiro, y tiré levemente de ella para abrir la puerta, que se abrió 30cm aproximadamente y se cerró de golpe. Cuando me di cuenta, la mano de Jacob estaba a poyada en la puerta horizontalmente encima de mi hombro. Podía sentir su respiración y sus jadeos. Se encontraba parado detrás de mí.

––¿Quieres quitar tu mano de la puerta? ––susurré nerviosa––. No puedo abrirla si continúas recargado en ella; y por favor, retrocede, aléjate de mí.

––Lo lamento ––se disculpó.

––Sí, como sea, ahora déjame salir ––pedí impaciente.

––¿Qué? ––preguntó.

––¡Quita tu mano!

––¿Te vas? ––preguntó.

Con mi mano golpeé su brazo para quitarlo de encima y me di vuelta para mirarlo.

––¿Qué demonios pasa contigo? ––lo empujé––. ¿Te parece divertido jugar con mis sentimientos? ¡Por supuesto que me largo! ¿Qué? ¿Acaso no te quedó claro? Entre tú y yo ya no hay nada, todo terminó, ni siquiera nuestra amistad puede continuar.

––No llores, por favor ––suplicó.

––¿Qué más te da si lloro o no? No es de tu incumbencia, ya no tengo nada que ver contigo.

––No digas eso. Cada vez que veo como derramas una lágrima, mi corazón se rompe en mil pedazos.

––¡Cállate! ¡Cállate! No soporto tu voz.

––Por favor.

––¡No! Cada vez que hablas se desgarra mi alma. ¿No te das cuenta de que el único que lastima a los demás eres tú con tus indecisiones?

––Lo lamento.

––Pues no lo hagas, no lamentes nada, desaparece de mi vida.

Jacob retrocedió sin decir ni una sola palabra.

––Hasta nunca, Jacob ––dije decididamente.

––…. ¿Tienes un reloj mágico? ––preguntó.

––¿Eh? ––ahora se hacía el gracioso.

––Sólo quiero regresar el tiempo… al menos unos cinco minutos.

––No sé de qué rayos hablas, pe…

––La respuesta que pediste y yo no contesté.

––¿Qué pedí y no contestaste?

––Sí, acerca de tu… amigo.

––No es mi amigo, es Mi Novio ––enfaticé estas dos últimas palabras––, y ¡vaya! Por supuesto que respondiste, ¿no recuerdas que te quedaste callado? Y ya sabes que el que calla otorga, y tomé tu silencio como un “No”.

––Media hora, dame solo media hora.

––¿Qué? ¿Para qué? ––pregunté sin entender.

––¡Diablos! Me veo terrible, no estoy en el mejor de mis días y la verdad que comienzo a lucir mejor que esto, pero te daré la respuesta que deseas y te explicaré bien todo, el porqué del “Si” o del “No”, ¿comprendes? Sólo necesito pensar un poco y, más que nada, en verdad quiero… alimentarme, y creo que ir de caza me dará mejores resultados.

¿Qué?

––¿Te vas de caza?

––Sí.

––¿Ahora?

––¿Te molesta?

––No, pero… ––diablos… había bajado la guardia.

––Comprende. Estoy hecho un asco, no puedo dejar que me veas así.

––De acuerdo ––le sonreí––. Sólo porque no quiero verte en este estado otra vez y no quiero que nada te pase. Esperaré aquí. Ve con cuidado y aliméntate bien.

––Claro, gracias, regreso en un rato ––me miró fijamente––. Por favor, no te vayas, tengo algo que decirte.

––Está bien.

Me dedicó una mueca, cogió unos pantalones de mezclilla de un cajón y salió.

Contemplé su habitación: era amplia, aunque la cama era un poco pequeña para él, pues resultaba ser un modelo individual. Me dirigí hacia ella y me senté en la orilla. Estaba distendida y hecha una maraña, con las sábanas revueltas por todos lados. No me agradaba ver una cama deshecha, así que decidí poner un poco de orden. Por último, tomé las almohadas y las coloqué en la cabecera, me recosté en ellas y abracé una más pequeña de color morado que olía demasiado a Jacob. Cerré los ojos para no desesperarme, pues media hora me parecía una eternidad.

Sentía algo sobre las piernas, una especie de ligero peso que me incomodó un poco. Abrí los ojos y me levanté. El cabello me caía por la espalda y los hombros; me resultaba extraño porque no me había quitado la gorra, pero no le di importancia. Solté un pequeño bostezo y estiré mis brazos. Luego me tallé un poco los ojos, como niño pequeño.

––Por fin despiertas, Bella Durmiente.

Me senté rápidamente y descubrí la causa del peso: había un grueso cobertor tapándome las piernas. Lo quité y me incorporé.

––Me quedé dormida ––susurré apenada.

––Eso parece.

Levanté la mirada hacia el lugar de donde provenía la voz y ahí estaba. Hermoso como siempre, su piel irradiaba luz y sus negros ojos centellaban. ¿Cómo era posible que algunos minutos antes luciera demacrado y sin vida? Ahora se veía feliz, completamente recuperado, sano. Era el Jacob del que me había enamorado.

––¿Cuánto tiempo? ––quise saber.

––Dos horas ––afirmó.

––¡¿Qué?! ¡Tanto! ¿Por qué no me despertaste?

––Bueno ––se encogió de hombros––, te veías muy...

––¿Me veía? ––lo interrumpí––. ¿Me viste dormir?

––Sí, ¿qué tiene de malo? Te he visto dormir toda tu vida, no cre…

––¡Es diferente! Ahora soy una mujer, ¡idiota! ––dije sonrojada.

––Ahh ––también se sonrojó Jacob––. Ahh, sí… claro …perdón, no… no era mi intención.

––Te ves mejor ––me apresuré a cambiar el tema––. ¿Te acompañó Seth?

––Sí, es un gran chico ––sonrió.

––Me alegra que estés mejor. Ahora, bueno, si no tienes nada más que decir, hum... lo mejor será irme a casa.

––¡No! ––gritó en el momento en el que me ponía de pie––. No, siéntate, te dije que te diría mi respuesta ¿no? Bueno, siento que luzco mejor y me siento mejor, y ¡wow! ¿Me permites hablar?

Jacob puso una mirada suplicante llena de ternura que… ahh… no pude resistir.

––Está bien ––terminé accediendo––, pero que sea rápido, tengo cosas que hacer.

––¿Y bien? ––preguntó.

––¿Qué? ––dije extrañada.

––¿No me vas a preguntar…?

––Por Dios, Jacob, es ridículo.

––Si no lo haces tú, lo haré yo.

––Pues será mejor que empieces porque no diré nada.

––Bien. Querías saber si yo considero a… ése.

––Adam ––dije, agitando mis manos––. Su nombre es Adam.

––Da igual, el punto es que creo que sí, él es tu alma gemela.

Ya me esperaba esa respuesta desde un principio, pero aun así dolía y no podía evitarlo; sólo quería saber a dónde quería llegar con ese absurdo juego.

––Lo sabía ––le dije.

––Él sería tu alma gemela en un mundo donde yo no existiera.

––¿Qué?

––¿Me puedes ver? ––preguntó––. Estoy parado frente a ti, ¿cierto?

––No entiendo.

––El punto es que existo y por ningún motivo dejare que alguien nos separe, así que mi respuesta es NO. Ese tipo se encuentra a años luz de ser tu alma gemela porque ese lugar lo ocupo yo, ¿entendiste? Tú eres mía, me perteneces desde la cabeza hasta los pies. Cada latido de tu corazón, cada respiro que des, el más mínimo parpadeo de tus hermosos ojos y hasta la cosa más insignificante que puedas ver, sentir o imaginar en ti son mías; soy el único dueño de ellas. Y si tú quieres cada gota de mi sangre, cada centímetro de mi piel, la más mínima mirada que mis ojos den, las palabras dadas y reprimidas de mis labios y, sobre todo el repique de mi loco corazón en conjunto con mi alma, has de saber que se rinden a tus pies, a tus necesidades y a lo que les solicites. Todo mi ser, todo lo que soy, es tuyo desde el primer momento en el que te vi, Renesmee Carlie Cullen; desde hace siete años mis órganos y sentidos solo viven para ti.

––¿Qué? ––traté de articular.

Jacob se acercó a mí. Llevaba el pecho desnudo y tomó mi rostro entre sus manos.

––Estoy diciendo que te amo, Nessie; y no voy a dejarte por nada del mundo.

––Me amas… ––susurré, quitando sus manos de mi rostro al momento de arrojarme a sus brazos––. ¡Idiota! Yo también te amo, Jacob Black.

––¿Pasarías el resto de tu vida conmigo? ––preguntó.

––Sí ––dije, humedeciendo su pecho a causa de mis lágrimas––. Y tú, ¿pasarías el resto de tu vida conmigo?

––Sí, cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día, tanto como me sea posible.

––Gracias ––dije, aferrándome a su pecho.

––No, hay que darle las gracias a Seth por reunirnos ––Jacob besó mi frente––. Ahora sólo seremos tú y yo.

¡Rayos, Renesmee! Aquí iba a arruinar el mágico momento con mis estupideces, pero es que en verdad no podía quedarme callada.

––Jacob… no me agrada Denisse ––dije sin rodeos,

––Mi amor ––rió––, no te preocupes. Ella no me interesa.

––¡Pero tú a ella sí! ––dije, apartándome de su pecho.

––Eso no me importa.

––A mí sí… No te acerques a ella.

––No te acerques a él.

––¡Él es diferente! Él respeta mis decisiones, mientras que ella es una zorra que solo busca separa…

––Nessie, amor, basta.

––Pero ella no me gusta. La odio.

–– Shhhh ––me silenció Jacob, colocando un dedo en mis labios. Tomó un mechón de mis cabellos y empezó a jugar con él; con la otra mano dibujaba los contornos de mi rostro y acariciaba repetidamente el ángulo de mi mandíbula. Entrelazó los dedos en mi cabello de la raíz a la punta, como si lo estuviera peinando una y otra vez.

Me quede contemplándolo con fascinación, pues su mirada iba a donde su mano se dirigía. Era tan hermoso que me quitaba la respiración. De pronto, me di cuenta de que se encontraba muy cerca de mí; y como un azote de olas que rompen en un acantilado, mi sangre comenzó a golpear fuertemente mis arterias y venas. Mi corazón bombeaba cada vez más rápido, produciendo un tremendo sonido que estaba segura que se escuchaba a kilómetros, y parecía que iba a explotar de un momento a otro. Mi respiración comenzaba a fallar, pues en vez de inhalar y exhalar me encontraba jadeando en busca de más oxígeno. Jacob lo advirtió. Me dedicó la más hermosa de las sonrisas y se apartó de mi.

––No me importaba en absoluto, pero de todos modos me alegra ser el primero.

––¿Qué...? ¿cómo que el…?

Jacob entrelazó sus dedos en mis cabellos una vez más y me atrajo hacia su rostro, donde sonrió ampliamente.

Después de eso, todo resultó placentero.

––Jac….

viernes, 10 de julio de 2009

25.- CONFRONTACION.

Me quedé completamente paralizada.

Todo me parecía tan irreal que no dudé ni un instante en que todo eso era una broma para vengarse de mí. Pero no; en verdad estaba sucediendo. Jacob y Seth discutían dentro del cuarto mientras yo escuchaba detrás de la puerta.

¿En verdad Jacob me amaba?

Terminaron de hablar y Seth pronunció unas palabras que hicieron que la voz de Jacob temblara y se apoderara de ella un terrible miedo.

Confundida aún, tomé la perilla y la giré; empujé levemente y la puerta se abrió. Ahí estaban los dos, Seth de pie al lado de la cama y Jacob reposando sentado en la orilla de su cama, mirándome con terror, sorpresa y vergüenza.

No sé cuál era mi aspecto, pues muchas emociones cruzaban por mi rostro; sólo sé que no podía dejar de sollozar.

––¿Qué opinas, Nessie? ¿Quieres enterarte? ––preguntó Seth.

––¿Qué hace ella aquí? ––dijo la temblorosa voz de Jacob.

––Quería ver como te encontrabas ––respondí.

Giró su cabeza y no me miró. Trataba de evitarme cuanto le fuera posible.

––Estoy bien, así que ya te puedes ir.

––¿Por qué quieres que me vaya?

––Porque tu novio se va a molestar.

––Él no se encuentra en Forks ––repuse.

––Oh, ya veo. Aprovechas que él no está para venir a verme.

––¿Qué insinúas?

—Que vienes a verme a escondidas. Ja, de seguro que a él no le hará nada de gracia.

Me limité a limpiarme las lágrimas con la mano. Al parecer, no se había dado cuenta que lloraba, pues la gorra hacía un buen trabajo cubriéndome los ojos.

—Ah, despreocúpate. Entre él y yo no hay secretos, así que ten por seguro que se enterará de esta visita.

—Vaya, se llevan muy bien, ¿no?

—Demasiado bien —me apresuré a decir—, al igual que tú con Denisse ¿no?

Jacob no respondió.

––Luces mal ¿sabes? —lo miré—. Si quieres, podemos ir de caza juntos.

—¿No has cazado, Nessie? —preguntó Seth.

—Bueno, sí, hace algunos días fui con mi tío, pero si Jacob quiere lo puedo acompañar.

—Gracias, pero no gracias.

—Vamos, Jacob, no te portes como un niño, necesitas alimentarte… Si no quieres cazar, está bien, comeremos algo más, ¿si?

—¡Que tú no entiendes! Dije que no, no tengo apetito y no quiero nada de ustedes —dijo levantando la voz.

—Está bien —dije—, tarde o temprano tendrás que hacerlo. Mientras tanto, me quedaré aquí contigo.

—¡Diablos Seth!, ¿para qué la trajiste? —dijo dolidamente, pero aún ignorándome—. No necesitas quedarte. Vete, no quiero tu compañía.

¿No quieres mi…? Conque este es tu juego, ¿eh? Ignorarme y hacerme sentir mal para que me vaya y nunca vuelva… pues, ¡sorpresa! Yo también lo sé jugar, así que prepárate, Jacob Black.

—Seth, ¿nos podrías dejar un momento a solas?

—Claro, Nessie. Estaré… afuera por si necesitan algo.

—¡¿Qué?! No. ¿Adonde vas?, ven aquí —gritó Jacob.

Seth salió, dejándonos a los dos solos en aquella habitación.

—Sabes que Adam no dudo en aceptarme cuando le dije lo que era.

—….

—Tenía miedo de que mi primer amigo me rechazara, pero no fue así, se mantuvo a mi lado, otorgándome un hombro en el cual me pudiera apoyar cuando lo requiriera.

—Bien por ti, ahora vete.

—Es muy tierno y muy cariñoso, ¿sabes? Él es espontáneo, brilla como el amanecer. Me gustan sus ojos azules, ¡Dios! Son preciosos. Estar con él es divertido y confortante. Me gusta estar con él a todas horas.

—Felicidades.

—Es una persona increíble de la que te puedes enamorar fácilmente.
Al parecer, Jacob estaba tranquilo, pues no estaba haciendo preguntas sobre su conversación con Seth y esto quería decir que tal vez él pensaba que yo no había escuchado nada al respecto.

—…

—Creo que encontré a mi alma gemela —lo miré un instante y vi que seguía con la mirada perdida, en un intento por contemplar un reloj de arena que estaba en un taburete cercano a la cama—. Jacob… como el amigo incondicional que siempre has sido, ¿qué opinas? ¿Crees que él es mi otra mitad?

Suspiró y parpadeó lentamente.

—Si tú así lo crees.

—Solo por esta vez dime si tengo razón, ¿quieres? Te prometo que después de que me contestes esa simple pregunta no te molestaré nunca más.

Jacob volvió a suspirar profundamente.

—Sí, al parecer él…es el indicado para ti, creo que esta vez si acertaste en tus decisiones, encontraste a tu alma gem…

¡Crack!

Me encontraba al lado de su escritorio, donde tenía una esfera de cristal colocada en una caja de madera; a esta le di un manotazo violento y la pequeña esfera salió disparada hacia el suelo, quebrándose en miles de pedazos brillantes.

—¿Qué te sucede? —Jacob se había puesto de pie y, por primera vez, me miraba a los ojos.

—¿Qué me sucede? No, ¿qué pasa contigo? Eres un mentiroso.

—¿Mentiroso? ¿De qué hablas?

—Te perdono todo, te tolero todo, menos esta mentira.

—¿A qué te refieres?

—¿Quieres que te lo diga? Bien, ¿acaso crees que soy estúpida? Puede ser que no me dé cuenta a la primera señal y sí, como dijiste hace algunos días, soy lenta. ¿Tienes algún problema con eso?

—¿Qué?

—Pero todo es tu culpa, cuentas las cosas a tu conveniencia, dices sólo lo que según tú es importante. Y lo demás, ¿por qué lo ocultas? ¿A qué le tienes miedo?

—No sé de qué me estás hablando.

—¿Ah, no? Me refiero a nuestra impronta, así se le dice, ¿no?

La cara de Jacob cambió a miles de colores. Terminó pálido como la cera, su rostro mostraba sorpresa y desesperación.

—¿Cómo? —preguntó con un hilo de voz.

—¿Cómo me enteré? Fácil, escuché la conversación que sostuviste con Seth. Antes había algunos huecos en tus acciones que me hacían preguntarme qué estaba pasando, pero ahora, después de escuchar lo que dijiste, me quedó todo perfectamente claro.

—Esto es un error, no debió pasar.

—¿Por qué, Jacob? —pregunté con tono suplicante—. ¿Por qué me ocultaste esto?, ¿por qué no querías que yo lo supiera?

—Porque no quiero obligarte a hacer nada que no sientas.

—Seth tiene razón, debiste decírmelo y tomar en cuenta mi opinión.

—No serviría de nada —suspiró hondo.

—¿Qué significa eso?

—Que no cambiaría en nada el hecho de que tú no sientes nada por mí. Tal vez seguiría siendo el amigo o el hermano, pero desde aquel día en el bosque no he dejado de pensar en ti y tú como si nada; eso quiere decir que algo anda mal con la… “imprimación”.

Te equivocas, Jacob Black; fui yo quien se enamoró de ti antes de que tú te dieras cuenta. Sabía, desde el primer momento en el que te vi a mi regreso, que algo había cambiado y que te amaba como una loca, con todo mi ser.

—No creo que haya nada malo con la imp…

—Claro que lo hay —me interrumpió desesperado—. Para empezar, no sientes lo mismo que yo. Después, me encuentro con la novedad de que tienes ¡novio!, y no sabes lo mucho que me duele. Dices que escuchaste la conversación, ¿no? Pues entonces sabrás que me he estado muriendo de dolor y tu sola presencia lo agrava más, así que, por favor, ya vete.

—Lo sé Jacob, te entiendo y sé cómo te sientes.

—No, no lo sabes —gritó—; crees comprenderlo, pero la realidad es q…

—¡Basta, Jacob, ya basta! Sé a qué te refieres, ¿de acuerdo? ¿O quieres que te describa el dolor, la rabia y la impotencia que siento cuando te veo con Denisse? ¿Sabes por qué la odio? Porque siempre estás con ella, se ríen juntos, la abrazas, la proteges, ¡rayos! No sabes cuánto me he contenido para no arrancarle la cabeza a esa loba ladrona —vi que Jacob abría la boca para opinar y me apresuré—. Sí, porque eso es esa tipa: una ladrona, usurpadora, trepadora, mosca muerta… porque a mí no me engaña, también soy mujer y me doy cuenta de que te quiere para ella sola, no le gusta que estés con nadie más, ¿o me equivoco? Y, por favor, no me salgas conque es porque sus padres fueron asesinados y nos tiene miedo, porque ¡Dios!, que lo supere. A ésa se le ve que no le tiene miedo a nada ni a nadie, o tal vez sí: a la mujer que lo pueda separar de ti, ¿y tú qué haces? Nada, Don “algo anda mal con la imprimación” no hace nada más que pasarse todo el maldito día con ella y, ahh, ya sé que es una cazadora innata y ¿que más?… Oh, sí, que tiene clase y toda esa demás basura de adulación que le proclamas; así que no me digas que no comprendo tu dolor porque claro está que tú no comprendes el mío.

—¿Acaso me estás reprochando el que pase tiempo con Denisse? —preguntó.

—Sí, y te lo digo en tu cara: esa tipa me revienta, no la soporto, la odio.

—Pero… si tú y yo sólo somos amigos.

—Por eso mismo. Esa loba me quitó a mi amigo, el cual, por mi propio bien y esa porquería de discurso que arrojaste, se tendría que alejar de mí para que yo consiguiera mi propia “felicidad”.

—Yo sé que tal v…

—¡Diablos! ¿En qué estupideces estabas pensando al decirle a mis padres que me ocultaran esto, eh? Y ahora que lo pienso… ¿Quién mas lo sabe? —pregunté.

—…

—Te hice una pregunta. ¿Quién más sabe sobre este tema, Jacob Black? —comenzaba a molestarme.

—Todos.

—¿Quiénes son todos?

—Tu familia y toda la manada.

—¡Genial! Y la única idiota era yo, ¿cierto? Claro, ahora comprendo por qué Rose se expresaba de ese modo y por qué me decía esas cosas que no entendía. Todo encaja ahora, por eso estaba preocupada cuando le conté sobre Adam, ¡Dios!

—Como ya escuchaste, ninguno de ellos tiene la culpa. Yo les dije que no quería que te enteraras.

—Por supuesto que ellos no tienen la culpa y, si solo tú eres el causante de todo esto, ¿por qué no hablas con la verdad y eres hombre por una vez en tu vida? Jacob, dime lo que sientes por mí en mi cara; no te escondas de nada ni de nadie y dímelo.

—¿Qué caso tiene decirte lo que siento por ti, si tu ya tienes alguien más en tu vida?

—Me importa porque siempre estarás presente en mi corazón.

—Sí, claro, sólo cuando él no esté… Es mejor que te vayas a tu casa, puede que Leah venga y entonces se armará un escándalo.

—Bien. Si así lo prefieres, claro que me voy a mi casa.

—Es lo mejor.

—Pero antes de hacerlo te diré unas cuantas cosas.

—Creo que ya hemos hablado lo suficiente.

—Tú siempre fuiste muy cercano a mí, ocupaste una posición de padre, hermano y amigo. No sabía el por qué de esos sentimientos, pero con lo de la impronta me queda claro. Siempre estuviste a mi lado y yo lo agradecía cada día. Verte reír me hacía dichosa y más el simple hecho de que tú me sonrieras a mí y a nadie más. Estaba segura de que eras mi Jacob, pero después de dos años de separación que dolieron demasiado, ¿con qué me encuentro? Tenías a una mujer viviendo bajo tu mismo techo, con la que compartías muchísimo más cosas que conmigo, pues ella era parte de tu manada, te seguía todo el tiempo y tu estabas de acuerdo con eso. Al parecer, no te importó y, como bien lo dijiste en mi casa, estabas de acuerdo en que ella estuviera lo más cerca posible del hombre que amaba aunque éste no le correspondiera; y después la noticia de que tenia novio, wow. Pero, ¿sabes una cosa?… Diablos, me has hecho sufrir mucho, Jacob, nunca preguntabas por mí, estabas paseando y jugueteando con ella y, bueno, como sabe Adam, yo me la pasaba llorando por ti —en ese momento, mis lágrimas comenzaron a correr por todo mi rostro. Jacob se acercó y después retrocedió arrepentido y dolido—. Lloraba porque cada vez te veía mas alejado de mí, sentía que poco a poco te iba perdiendo. Yo, Renesmee Cullen, a la que todos admiran por su belleza y gracia, estaba perdiendo la batalla contra una recién aparecida que no era del todo fea. No sabes cuántas noches lloré pensando en las cosas que hacían juntos, en cómo la abrazabas, porque sabía que le dedicabas Mis sonrisas, y todo tú, que eras de Mi propiedad, ahora estabas siendo comprado por las gracias de otra. No lo soportaba, no soporto ver al hombre que amo en brazos de otra, ¿crees que no sé a qué te refieres cuando dices que duele? Sí, Jacob Black, estoy enamorada de ti; siempre lo he estado y lo estaré toda mi vida y no me importa lo que digas y lo que intentes de hacer; este amor nunca desaparecerá. Y si te preguntabas si la imprimación es un fiasco, pues ¡sorpresa! Dices que sentiste amor de pareja al verme en el bosque, ¿no? Pues eres lento, querido, por que yo te amé desde el primer día de nuestro reencuentro; te amé desde aquel día y lo sigo haciendo.

¡Diablos! Era una bebé, ¿por qué seguía llorando? ¿Qué? ¿No se pueden detener las lágrimas un momento? ¡Rayos!

—¿Estás diciendo que estás enamorada de mí?

—¿Acaso el no comer ya te afecto el oído? Sí, maldición, te amo.

—Pero no es posible… ¿y él? ¿Por qué estás con él?

—Bien. Ahora que ya sabes que eres el único hombre en mi vida, contéstame la pregunta que te hice. ¿Crees que Adam en mi alma gemela? Porque de esto depende tu futuro y el mío. Si contestas “no”, me quedaré contigo el resto de mi vida si es que así lo deseas; respecto a Adam no hay problema, él entenderá, sabe mucho más de lo que crees. Pero si respondes con un “sí”, esta será la última vez que me veas y te dejare aquí solo, muriéndote; no me importará nada más que ser feliz con Adam. Como ya te dije, es fácil enamorarse de él. ¿Cuál es tu respuesta, Jacob Black?

Mi respiración era forzada. Lo miré para saber cuál era su respuesta, pues estaba consternado y parecía ido.

No contestaba nada y ya había pasado suficiente tiempo; la verdad es que no creo que le tomara más de un minuto decidir una respuesta.

—¿Así que esa es tu respuesta? Bien, tomaré tu silencio como una afirmación. —Diablos, no llores, Renesmee, ya no llores, ten dignidad. No te quiso. Vete, sal de ahí—. Este es el adiós, no te quiero ver más en mi vida. No te acerques a mi casa, no visites a mi familia. Espero que te mejores, pues te amo demasiado para verte hundido. Te aseguro que seré feliz, amaré a Adam como jamás alguien lo haya hecho y, como ya te dije, viviré inmensamente feliz, tenlo por seguro. Hasta nunca, Jacob Black.

Me di la vuelta, empapada en lágrimas, y salí de la habitación con el corazón roto y el alma pisoteada.

martes, 7 de julio de 2009

24.- DETRAS DE LA PUERTA.

Me mantuve firme en mi decisión, no dudé ni un segundo en decirle a Jacob que ahora quería formar una relación con Adam. Fue un momento raro, pues sentí un gran alivio al enterarlo sobre mi relación, pero al mismo tiempo parecía que habían colocado un listón alrededor de mi corazón que me oprimía hasta doler.

Fue cuestión de segundos, tal vez minutos. Repasaba una y otra vez en mi mente la escena en la que había presentado a Adam como lo que era: Mi novio. Después de eso, vi a Jacob sentarse, o debería decir desvanecerse en el sofá. Estaba pálido y los ojos se le salían de sus órbitas. Abría y cerraba la boca sin emitir sonido alguno. Minutos después susurró algo; al término de la palabra se cubrió el rostro, que reflejaba dolor y desesperación. Su respiración se hacía cada vez más rápida, violenta y forzada.

Sentí un fuerte apretón en mi mano. Había sido Adam el que me sujetaba fuertemente. Lo miré y me sorprendió el estado en el que se encontraba, pues observaba a Jacob con cara de desconcierto y dolor. Salí de mis pensamientos, un nudo cruzó por mi garganta y un enorme vacío se apoderó de mi estómago. Toda mi familia se arremolinó alrededor de Jacob; Denisse se arrodilló, posó una mano en su rodilla y con ella le dio leves palmaditas; y Leah y Seth se alojaron en una esquina, él contemplando a su amigo con un aire preocupado y ella se cubriéndose la boca y negando con la cabeza una y otra vez.

—Patético, ¿no? —susurró por fin Jacob—. Anda… búrlate lo que quieras, rubia pedante.

Mi abuelita Esme soltó un grito ahogado.

—No, perro, yo nunca haría algo tan ruin….

Por primera vez en toda mi vida, observé como tía Rose miraba a Jacob con dolor, tristeza y compasión.

—Jacob, debes entender… su felicidad es la nuestra —mi abuelito trató de arreglar un poco la situación—, y si es con él….

—Entiendo, Carlisle. Despreocúpate… estaré bien.

—Jake… Oh, Jake, lo lame…

—Basta Bella, no tienes que disculparte, no has hecho… nada… malo….

—Jacob —habló mi padre, algo acongojado—, quiero que sepas que en ningún momento pretendim…

—Sí, bueno, no importa, ¿sabes? —Jacob vaciló un instante—. Esa es su decisión. No hay nada que hacer.

—¿A qué te refieres, Jacob? —preguntó mamá.

—A que dejemos las cosas como están… Ya no quiero más acusaciones —trató de sonreír y se puso de pie.

Estaba listo para irse. Denisse, como siempre, tomó su brazo derecho; algo raro en ella es que tenía un aspecto fantasmal, parecía ida.

Solté un momento la mano de Adam (y este accedió), para dirigirme hacia donde se encontraba Jacob.

—Jacob, quiero de…

—¡Cállate! —me interrumpió a gritos Leah—. ¡¿Cómo te atreves, maldita?! Y yo que estuve de tu lado.

¿Qué pasaba? ¿Por qué Leah se había vuelto en mi contra?

—¡Cállate! —silenció mi madre, que había corrido a mi lado para abrazarme—. No toleraré que le hables así a mi hija.

—¿Tolerar? ¿Hablas de tolerancia? No me hagas reír, eres muy graciosa de vez en cuando, ¿sabes? ¿Por qué no usas tu cerebro y piensas antes de hablar? ¿Quién ha tolerado más? ¿Tú o nosotros? ¿Acaso ya se te olvidó cuantas veces la manada estuvo en peligro por tu culpa? ¿Se te olvidó que nos separamos en dos grupos y de nuevo fue por tu culpa? ¿No recuerdas que como-se-llamen conocen nuestra existencia gracias a que protegimos a Tu hija?

—Basta, Leah —gruñó mi padre—. ¿Ahora cobras lo que nosotros no pedimos? Te recuerdo que fue decisión suya ayudar a Jacob; él se los pidió.

—¡Te equivocas, Edward Cullen! —ésta era la primera vez que Leah llamaba a mi padre por su nombre—. Jacob no pidió nuestra ayuda, ¡era nuestro deber proteger a los nuestros! Y entre ellos se contaban Nessie y Jacob, porque no queríamos que ningún miembro de nuestra manada terminara como se encuentra él —señaló a Jacob—. Claro, a ti no te importa eso en lo más mínimo porque has hecho hasta lo imposible para que tu hija no sepa lo que en verdad ocurre, ¿cierto? Y como no tiene idea, es su culpa, es culpa de los caprichos estúpidos de tu hija.

Papa saltó y tomó a Leah del cuello.

—Cuidado de cómo hablas sobre mi hija, Leah, porque no dudes un momento en que la defenderé de quien sea. Y no me importa violar los acuerdos entre tu clan y el mío, pues olvidaré los años de amistad y compañerismo que nos unen si tú o alguno de los tuyos trata de hacerle algo a ella debido a la situación en la que se encuentra Jacob. Te juro que, si eso pasa, será mejor que empiecen a buscar refugio, porque esto será la guerra.

—Cálmate, Edward —intervino tío Jasper.

—Tal vez eso sería lo mejor. Desde que los conozco no han hecho más que traer desgracias a nuestra vida.

Papa soltó a Leah y retrocedió para encontrarse conmigo y con mi madre.

—Basta, Leah; esto no es culpa de ella o de él. Lamento lo que les ha dicho, no es su intención lastimarlos de este modo, Edward, solo que está un poco… dolida. Lo mejor será retirarnos. Vámonos.

Seth y Leah salieron, mi amigo me dedicó una mueca en un intento de sonrisa mientras ella me ignoró por completo; les siguió Denisse con un aspecto ausente. El último en salir fue Jacob, que hacía lo posible por no encontrarse con mi mirada.

—Lamento todo esto, Nessie… Renesmee, o como sea —hizo una mueca sin mirarme—. Bueno, creo que ya no tengo nada que hacer aquí. Estuve de acuerdo con Edward en ocultar lo inevitable y… me alegro de que haya funcionado —trató de sonreír pero fue inútil—–. Fue un gusto convivir con... No, Bella, no —dijo, al ver que mi madre se aferraba a su brazo. Luego se dirigió a Rose—. Espero que disfrutes de mi ausencia, loca, por fin te deshaces de mí…Gracias por todo, Carlisle.

Jacob se dirigió a la salida ante la mirada desconcertada y dolida de mi familia, pasó al lado de Adam y susurró un “que sean felices”. Fue en ese momento que mi corazón y mi alma se rompieron en mil pedazos.

Jacob se iba, se iba para siempre.

—Hija, ¿estás bien? —preguntó, preocupada, mamá.

¡No! ¡¿Acaso no te das cuenta que el amor de mi vida se va y no vuelve nunca más?! No ves que lo perdí. No se dan cuenta de que lo perdí todo en esta vida. Si camino y sobrevivo será por cuestión mecánica; él se llevo mi alma.

—Bella, dale tiempo —comentó tío Jasper.

No, no necesito tiempo; voy a estar bien. Nadie me verá caer de rodillas y llorar. No permitiré que mi felicidad se vea empañada por esto; quiero ser feliz aunque no sea con Jacob y trabajaré en ello arduamente, fingir, fingir y fingir hasta que me canse, porque sin Jacob no hay vida. Si él decidió dejarme y no luchar por mí, ¿por qué he de ir yo a rogarle?

—Sí, mamá, me encuentro bien. Adam, ¿nos vamos? No quiero quedarme aquí, hay mucho… drama —dije mordiéndome la lengua lo más fuerte que pude.

—Sí, cla… claro, vámonos —balbuceó.

—¿Nessie? —me detuvo tía Rose—. Jacob se ha ido para siempre y tú no parec…

—Oh, sí, tía, lo sé —me apresuré a contestar—. Acabo de verlo salir de la casa; pasó justo delante de mí y ni siquiera me miró, hum… ¿Qué supones que deba hacer? ¿Esperarlo a que regrese? No lo creo. Por mí, mejor que se haya ido, así no se meterá en mi vida. Bueno, regreso más tarde. Vámonos, Adam.

Literalmente, cerré mis oídos para no escuchar los susurros de mi familia. Salimos de la casa y fuimos a no sé donde. La verdad, no tenía ánimos de nada, y Adam parecía comprender, así que regresamos. Él me contó que Iris y él tendrían que viajar a Los Ángeles por cuestiones de salud, ya que su padre estaba hospitalizado y deseaba ver a la pequeña.

Así pasó un día, otro día, y otro, y otro. Adam seguiría de viaje por dos semanas.

Estaba realmente aburrida. Me había distraído un poco el día anterior, pues fui de caza con tío Emmett, pero ahora tenía todo el día libre y no me apetecía ver películas ni leer un libro. Antes nunca me aburría porque me la pasaba con… Jacob.

Al recordar su nombre, vinieron a mi mente demasiadas cosas. Lo extrañaba horrores, pero tenía que estar segura de yo quería; y también de lo que él quería, y resultaba claro que no era a mí. Aun así, sentía una inmensa pérdida desde el fondo de mi corazón. Me preguntaba una y otra vez cuál seria mi reacción al enterarme de que él había encontrado a su impronta. Estaba convencida de que eso sería lo más doloroso que sentiría en toda mi vida: ver al hombre que amaba alejándose para siempre de mi lado… aunque con lo que había sucedido hace una semana, dudaba que deseara verme en ese momento o en otro.

Los días seguían pasando y recibía constantemente mensajes de Adam con noticias sobre su viaje, pero no dejaba de pensar en Jacob. Quería verle y abrazarle hasta que mis brazos dolieran. Deseaba tanto sentir su hirviente pecho debajo de mi mejilla, mirar su hermosa sonrisa, escucharle decir mi nombre; quería que me celara cuando otro hombre se atreviera a mirarme; quería que él fuera mío, solo mío, y pasar el resto de mi vida junto a él.

Comencé a llorar al pensar en aquellas cosas que nunca se harían realidad, pues me encontraba con otro hombre y él con otra mujer. No soporté el no tener noticias suyas; quería saber cómo estaba, aunque eso significara dolor al enterarme de que gozaba su vida con su novia; así que tome el teléfono y llame al único ser en el mundo capaz de darme información: mi amigo Seth.

Lo que me dijo resultó el mismo infierno en vida. Jacob llevaba días sin comer y no quería salir a ninguna parte, sólo se levantaba para ir al baño y ducharse; no quería ver a nadie y detestaba que se le acercasen. Seth decía que no quería entrar en fase porque todos sabrían el inmenso dolor que estaba atravesando y lo sentirían con más fuerza. “Nessie, no te miento. Jake está mal”, me dijo, y en ese momento deseé morir. ¿Cómo era posible que estuviera mal? ¿Por qué? ¿Qué le pasaba? Seth también me dijo que la manada era un desastre. Estaban acabados: todos sufrían por el dolor de Jacob.

No pude conciliar el sueño. La angustia por saber qué le pasaba a Jacob me estaba matando. Después de tres días más de eterna agonía, decidí telefonear nuevamente a Seth para recibir noticias. Esta vez me dijo que Jacob había empeorado. Seguía sin comer y ahora desperdiciaba las pocas fuerzas que tenía corriendo por las noches. Además, la manada estaba tocando fondo.

Decidí hacer algo al respecto. Quería ir a verlo y hablar con él aunque fuera solo una vez más; quería saber qué le pasaba y por qué estaba así de deprimido. No podía dejarlo solo: era el hombre que amaba. Me puse de acuerdo con Seth para lograr verlo, pues estaba claro que no se me permitía acercarme a La Push y, por supuesto, mamá y papá no deberían saber nada de esto.
Seth me recogió a medio camino y fuimos juntos a su casa; me coloqué una de sus sudaderas, que me quedaba enorme, y me pasó sopa por todo el cuerpo con la finalidad de esconder mi aroma. Habíamos acordado que él sería mi guía para poder llegar a Jacob sin que él se enterara de que me encontraba en la reserva, pues no quería verme.

Todo estaba perfecto. Lo último fue colocarme una gorra y esconder en ella mi cabello para que el aroma no se esparciera.

—Bien. ¿Estás lista? —preguntó.

—Sí, ya estoy lista —contesté.

—Recuerda, Nessie, debes tener el mismo ritmo de mis pasos para que nadie se dé cuenta. En estos momentos Jacob debe de estar solo. Lo más probable es que esté tirado en su cama, así que no tendremos problemas para entrar.

—Claro —traté de sonar valiente.

—Nessie, no llores. Pronto lo verás.

No me había dado cuenta de que estaba llorando, así que me apresuré a secar mis lágrimas con el puño de mi manga.

—Lo siento.

—De acuerdo —dudó un instante—; sé que tus padres y Jacob no me perdonarán el que sea un entrometido, pero quiero que sepas la verdad, pues estoy seguro que ninguno de los tres te lo va a revelar.

—¿Verdad?

—Hay algo que es muy poderoso y por ese algo Jacob se encuentra en ese estado. Y todo tiene que ver… contigo.

—¿Qué? ¿Conmigo? —pregunté.

¿Qué era lo que tenía que ver yo en todo esto? Estaba de acuerdo en que Jacob y yo éramos muy unidos y sentíamos cosas el uno por el otro, pero no de la misma manera, así que no me imaginaba que yo estuviera involucrada en la… “depresión” de Jacob.

—Como ya te lo había dicho, ellos tres te ocultan algo. Sólo quiero que no interrumpas mi conversación con Jacob y escuches muy atentamente. Bien, vámonos.

Salimos de la casa de Seth y corrimos hacia la casa de los Black, cuidando que nadie observara nuestra velocidad pues era un poco más rápida que la de un mortal. Llegamos a la casa; Seth abrió la puerta y entró dando grandes zancadas, después entré yo, acomodándome a sus pasos para que estos sonaran como uno solo. La casa se encontraba vacía y en ella se respiraba un aura de soledad y tristeza. Nos dirigimos al cuarto de Jacob. Seth no tocó, se limitó a entrar y concluyó cerrando. Yo me quede quieta y expectante detrás de aquella puerta.

—Hey, viejo, ¿cómo te encuentras? —preguntó Seth.

Jacob no contestó.

—¿Cuántos días llevas sin comer? Poco más de una semana, ¿cierto? Tampoco has ido de caza… Has agotado toda tu energía, ¿no?

—….

—Jake, debes comer algo; te enfermarás si no lo haces. Tu padre está muy preocupado por ti, nosotros estamos preocupados por ti, amigo. ¿Sabes que nuestros cuerpos necesitan demasiada energía para funcionar? ¡Jacob, mírate! Tirado en la cama.

—Lárgate, Seth —contestó.

Me tapé la boca con ambas manos para evitar soltar un grito de dolor. Su voz sonaba débil, sin ganas y, más que una orden, resultaba un tono de súplica.

—¿Sabes? Hay unos cuantos ciervos maduros que podríamos cazar juntos… o bien mamá puede cocinar algo para los dos en este momento… Anímate, Jake, vamos a comer algo.

—….

—Emily sigue cocinando tu porción, ¿sabes? Por si en algún momento quieres regresar y comer con todos nosotros… eso nos haría muy bien…

—…

—¿Te duele? —preguntó Seth.

—…

Jacob seguía sin contestarle. Me preguntaba cómo se encontraba en aquella habitación solo y sin ganas de nada.

—Si tanto te duele… dile la verdad.

—…

—¿Vas a dejar que se quede con ese hombre? Jacob, Nessie no sabe nada, estoy seguro de que si se…

—Basta —Jacob soltó las palabras con un hilo de voz—. Eso es lo mejor, ella es feliz y eso es lo único que me importa. Qué más da con quién se encuentre…

—Jacob Black, ¿no te das cuenta de que puedes morir por cuidar su felicidad? Está escrito: cuando una parte de… —Seth calló.

Hice un esfuerzo para ahogar mi llanto. ¿Acaso Jacob estaba sacrificando su felicidad por mí? Pero, ¿por qué? ¿De qué modo? ¿Cómo que moriría?

—¿No crees que es ella la que debe decidir eso, pero teniendo en cuenta lo que se está jugando y la vida de quien la esta protegiendo?

—…

—Si te preocupan Bella y Ed, estoy segur…

—No, fui yo el que les propuso que no le dijeran nada.

—¿Qué? ¿Cómo? —preguntó Seth, extrañado.

—Poco después de su regreso a Forks, ella y yo fuimos a cazar juntos y fue en ese momento que me di cuenta de que ya no era una niña, o al menos no ante mis ojos, ya no la quería como a la pequeña niña Cullen… se lo dije a Edward, le dije que el cambio ya había empezado y a la vez terminado. Ellos, al igual que yo, tenían miedo. Vi como ella era tan bien aceptada y querida por todos. Era el momento indicado para cerrar el círculo. Les pedí a Bella y a Edward que nunca le dijeran nada al respecto, no deseaba que ella se enterara de… esto.

Claro, yo también recordaba aquel día. Él había comentado que algo había cambiado y necesitaba hablar conmigo sobre eso. Ahora lo escuchaba de su propia voz, así que… ¿Jacob ya no me quería? ¿Desde ese momento ya no sentía nada por mí? ¿Qué les pidió a mis padres que no me dijeran?

—¿Ella? Su nombre es Nessie. ¿Y por qué no querías que se enterara? Es de lo más normal.

—El solo recuerdo de su nombre me duele tanto que no puedo pronunciarlo, y la razón es simple: quise que ella viviera, que viera el mundo y la gente con esos hermosos y libres ojos. No deseaba que estuviera atada a una persona que no quiere…

—Ella te quiere —repuso Seth.

—¿Como hermano? ¿Como amigo? —susurró, dolido.

No, Jacob, te equivocas. Eres el hombre que amo, la época de hermandad y amistad quedo atrás.

—Y según tú, ¿qué era lo mejor?

—Alejarme… Decidí pasar la mayor parte del tiempo lejos de ella, traté de vivir mi vida y dejarla vivir la suya.

Ya no solo me cubría la boca, ahora también cubría mi nariz, pues era tal mi llanto que suspiraba demasiado fuerte al escuchar hablar a Jacob y daba grititos ahogados al oír que ya no me quería.

—¿Y funcionó?

—Sí, ella ahora es feliz… con él.

—Tú, Jacob Black, ¿te das cuenta? Orillaste a Nessie a buscar a alguien, ¡cuando te tenía a ti!

—No, Seth, no —alzó la voz—. Ella es feliz, él la quiere, se ven bien juntos, hacen una excelente pareja y…

—Cobarde… Mentiroso, dices que te duele y seguramente solo estás fingiendo, nadie en su pleno juicio dejaría a la mujer que ama al lado de otro hombre.

¿Qué? ¿La mujer que ama?

—…

—¿No respondes? Vaya, vaya, vaya. Entonces es verdad, entre tú y Denisse...

—¡No! Nunca.

—Entonces, ¿amas o no a Nessie?

—Seth… por favor, deja de decir su nombre.

—Nada más que un cobarde —susurro Seth—. Te digo una cosa. Me alegro de que Nessie esté con ese hombre, él enfrento a toda la familia por ella y eso habla muy bien de él, creo comprender por qué lo quiere… Espero que no te arrepientas.

—¡Pues sí! ¡Soy un cobarde! Un estúpido, y por supuesto que me voy a arrepentir. Por eso me voy a largar de este maldito pueblo, no soporto verlos juntos, me duele, me vuelvo loco solo de pensar que es lo que hacen cuando están solos. ¿Ya la habrá besado? ¿La habrá tocado? ¿Crees que es fácil? ¡Pues no! ¡Siete años! Fueron siete años queriéndola, protegiéndola como la pequeña niña que era, siempre velando por su seguridad y por sus necesidades, y no me pesaba, pues la quería demasiado, la adoraba… ¿Cómo no? Si la he visto crecer desde que era un bebé, pero no más. Ella ya no es una niña y esa adoración y esos sentimientos cambiaron; ya no soy más un amigo, un padre o un hermano; ya no la quiero de esa forma, ¡maldición! Ella es la mujer que amo, estamos destinados a estar juntos desde el primer momento en el que nuestros ojos se cruzaron. Ella es la mujer de mi vida, ella me pertenece y yo a ella. No sabes que muero cada vez que estamos cerca; deseo poder abrazarla y jamás dejarla ir. Quiero probar sus labios, amarla y quererla para el resto de nuestras vidas. Pero no así, algo anda mal. Al parecer, no funciona bien el “lazo”, pues ella no siente lo mismo por mí, me sigue viendo como a un amigo; tal vez más que eso, un hermano, pero ese no es el punto. Quiero que ella sea feliz, aunque no sea conmigo. Si estar con ese hombre la llena de dicha, no tengo ningún problema con eso; y sí, tal vez es verdad que no estoy bien y no lo estaré. ¿Quién sabe? Tal vez moriré de amor, pero lo haré con gusto porque todo lo que he hecho ha sido para su propio bienestar. No quiero que esté conmigo solo por un vínculo que nos una; tal vez si le cuento esto a ella se sienta presionada y termine a mi lado por compromiso. No quiero eso, no quiero que se sienta así, esclavizada a alguien que no quiere, aunque yo la ame con todas mis fuerzas… o, debería decir, con lo último que me queda.

¿Qué? No es posible…

—Jacob, ¿estás diciendo que amas a Nessie? —preguntó Seth.

—¿En qué mundo vives? ¿No te bastó con este sermón que te acabo de dar? ¡Dios! ¡Maldita sea! Sí, ¿contento? Sí, amo a Nessie, la amo, la amo, ¡diablos!

—¿Qué opinas al respecto, Nessie? —preguntó Seth.

—¿Qué? —susurró Jacob con miedo.

Abrí la puerta y lo miré.